A decir verdad, había escuchado la frase “La vida es como el boxeo, das y recibes golpes”, pero nunca había entendido de tal manera que me dejara balizado. Al dirigirme a uno de los mayores exponentes del pugilismo laguense, me topo a Manuel Vargas Magdaleno.
Y no, los golpes más fuertes no son los que recibes dentro de un cuadrilátero de 16 cuerdas. Los golpes los recibes en la vida y no es más fuerte el que cae, sino el que antes se levanta porque, te tienes que levantar aunque te hayan abatido, y nunca más bajar la guardia.
Manuel Vargas, mejor conocido como “El Chango Vargas”, es un boxeador profesional de Peso Mosca, a sus 35 años de edad, el nacido en Lagos de Moreno me enseñó que la frase anterior va más allá del ring.
Vargas, ha pasado por enfermedades, quebraduras de algún miembro del cuerpo, promotores que le han robado, desempleo, bancos que han hecho fantasma su números de cuenta.
El mayor de los hijos de Marta y Manuel Vargas, hermano de tres hombres y dos mujeres. El primer deporte de “El Chango Vargas” fue el karate Lima Lama, un arte marcial de origen Polinesio, sin embargo, al ver que ya no había oportunidad en este deporte, Manuel y su padre optaron por un nuevo rumbo, y fue a los 17 años cuando asistió a las Olimpiadas del Boxeo en Guadalajara, y a los 18 años al Nacional en la ciudad de Monterrey.
Con 45 peleas en su trayectoria como profesional, las estadísticas envidiables de Manuel “Vargas” al tener 33 victorias, 17 de ellas en KO y tan sólo 11 derrotas. El ring es un espacio de paz. Los boxeadores suben a la lona para respetarse y los golpes, en la medida de los posible, se esquivan; pero sí llegan, si el contacto se produce, se encajan. Y así fue como el pugilista llegó a ser campeón de la OMB (Organización Mundial del Boxeo).
“El querer es poder. Y de las ilusiones vive el hombre. Sinceramente yo era el más ‘malito’ de mi familia en el boxeo y ni ellos ni nadie daba un peso por mí. Gracias a Dios fui el que más sobresalí”, comentó Vargas.
Comenzó en la Arena México, bajar de la división Gallo a división Paja, una de las peleas que cambiaron la perspectiva de Manuel, fue en el Campeonato Nacional en Mexicali, cuando su postura ortodoxa dejó de funcionar al fracturarse una mano en pleno combate y terminar llevándose el combate al competir a una mano.
Sacrificio, honor, valor, esfuerzo, pundonor, disciplina, fidelidad… estos son algunos de los valores primordiales de Vargas, en un deporte como el boxeo, que tiene fama de ser oscuro y misterioso, un mundo donde los boxeadores son campeones aunque nunca hayan subido a un ring.
6 de diciembre del 2008, era el Campeonato Mundial, pasaba el octavo round, el contrincante era Daniel Reyes, un colombiano con más de 40 KO en su carrera, la apuesta: uno sobre cien a favor de Vargas.
“Sólo escuchaba personas que me decían que para qué me ponía contra esa persona si me iba a matar y cuál va siendo la suerte que lo noqueé en el octavo episodio”, recordó.
La vida tiene varias etapas, en boxeo son asaltos; llega el momento de la madurez, en boxeo se pasa de amateur a profesional; se empiezan a tomar decisiones importantes, en boxeo se eligen los combates o se disputan campeonatos; en la vida te llevas alegrías, en boxeo victorias; también sufres desilusiones, en el boxeo derrotas; aunque hay algo muy significativo: en el boxeo tienes que luchar contra el rival. En la vida hay que luchar contra uno mismo.
“Al ser Ingeniero en Informática yo trabajaba en el Gobierno y cuando entra un nuevo partido, un nuevo color a la Presidencia municipal, me corren y me dicen que no soy un ejemplo para la comunidad”, comentó.
Actualmente, Manuel Vargas Magdaleno labora como guardia en alguna de las puertas de la Universidad de Guadalajara, y aunque no pierde la esperanza de llegar a ser docente, él lucha y se esfuerza a diario para llegar a sus nuevas metas.
“Si Dios me dijera que hay resurrección y qué quisiera en mi nueva vida, escogería tener a mi familia, mis esposa y mis hijas, y ser boxeador nuevamente”, agregó.
De campeón mundial… a guardia de seguridad
Supera “El Chango Vargas” enfermedades, quebraduras, promotores ladrones y desempleo; actualmente cuida una de las puertas de la UdeG y no pierde la esperanza de ser maestro.