Deberíamos contar cuántas veces al año nos proponemos empezar una dieta saludable. 
Y sin embargo, a menudo terminamos cayendo en los mismos vicios de siempre: esa bolsa de patatas fritas que reposa en el armario, que abrimos cuando ataca la gula o no nos apetece cocinar; ese jugo de frutas envasado que promete ser natural pero cuya etiqueta revela unas cantidades de azúcar desorbitadas; o ese plato precocinado del súper que calentamos en el trabajo porque no nos hemos preparado luch. 
Pero comer mejor no es una tarea tan ardua como parece: basta con modificar algunos hábitos, muchos de ellos prácticamente imperceptibles, conózcalos y aplíquelos:

Tener a la mano cacahuates

Según un estudio publicado en la revista International Journal of Epidemiology, el contenido de los cacahuetes en proteínas, aminoácidos, minerales como el potasio, magnesio y el fósforo, vitamina E y ácido fólico, contribuye a alargar la vida. 
Debido a su alto valor energético, no conviene abusar de ellos, pero su efecto saciante los convierte en un buen aliado de la dieta. 

Comer frutas enteras

“Un jugo contiene dos o tres piezas de fruta, lo que significa: mucha azúcar y poca fibra. 
Además, masticar produce una sensación saciante”, asegura Nuria Guillén, dietista-nutricionista del hospital San Joan de Reus y profesora en la Universidad de Tarragona. 

No desayunar galletas

Si comprueba la cantidad de azúcares añadidos que tienen estos productos, se le quitarán las ganas de empezar el día con ellos. Aunque el desayuno perfecto depende de cada persona, un yogur con frutas o una tostada con tomate y aguacate son opciones igualmente deliciosas, y más saludables.

Beber agua simple

Déjese de refrescos con  cantidad de azúcares añadidos. Hidrátese con agua, pero sin excederse: un consumo compulsivo afectaría al funcionamiento de los riñones.
“Lo bueno es beber alrededor de litro y medio de agua diario”, recomienda el doctor Fernando Pérez Escanilla.

Añadir garbanzos 

Son fuente de proteínas, hidratos de carbono complejos y fibra. Se trata de un alimento completo y saciante. Y ahora que llega el frío, puede cambiar la ensalada por unas lentejas.

Comer chocolate 

“Su carga de antioxidantes puede prevenir enfermedades cardiovasculares, mejorar el estado de animo y potenciar la memoria. Contiene flavonoides, Teobromina, catequinas, fibra, polifenoles, vitaminas A, B1, B2, C, E y B y minerales”, señalaba la doctora Rosso. 

Cocinar con aceite de oliva

Es el elemento más laureado de la dieta mediterránea, y tiene sus razones. Según un estudio de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), el consumo moderado está asociado a una menor incidencia de accidentes cardiovasculares.

Coleccionar tuppers

La organización ayuda a la dieta saludable. Dejar preparada la comida que al día siguiente nos llevaremos al trabajo ayuda a que no nos hagamos cualquier cosa en el último momento o acabemos tirando de comida precocinada.

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