Hasta hace apenas una década los ácidos grasos Omega 3 eran auténticos desconocidos. Pero gracias al creciente interés por la alimentación, se han convertido en un concepto que resulta familiar para la mayoría de los consumidores.

El motivo por el que su ingesta es tan importante lo explica Rosa Ortega, del Departamento de Nutrición, Facultad de Farmacia, Universidad Complutense de Madrid: “Los ácidos grasos omega 3, especialmente del eicosapentaenoico (EPA) y el docosahexaenoico (DHA) son muy importantes en la prevención y control de enfermedades cardiovasculares”.

Y algo más: “En diversas investigaciones los omega 3 también se asocian con beneficios en la salud del cerebro a lo largo de toda la vida, alivio en los síntomas de artritis reumatoide y depresión, retrasando el progreso de la enfermedad de Alzheimer, protección frente al desarrollo de diabetes tipo 2 y resistencia a la insulina, con beneficios frente al cáncer, en el control de peso y reducción de adiposidad en el abdomen”.

Solo un inconveniente: no podemos sintetizar los omega 3, solo podemos obtenerlos a través de la dieta.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), recomienda una cantidad mínima de 250 mg/día, aunque esta cantidad puede llegar hasta los 2g/día en función de los factores de riesgo cardiovascular de cada individuo.

Los omega 3 de origen vegetal se encuentran en aceites de productos vegetales como los aceites de soja (soya) o los de maíz y de girasol que contienen entre 50 y 70 gramos de Omega 3 por cada 100 gramos.

Los aceites de colza y de sésamo (ajonjolí) contienen entre 30 y 50 gramos de omega 3 por cada 100 gramos.

Los pescados, sobre todo los pescados grasos como la caballa, el arenque, el salmón, la anchoa y las sardinas, contienen gran cantidad de estos ácidos grasos.

 

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