El osito que tu hijo arrastra por toda la casa es más que un juguete, es la señal de que se está aventurando a descubrir el mundo sin necesidad de que lo lleves de la mano.
Entre el año y medio y los tres años, los niños aprenden a separarse de sus figuras de cuidado más importantes, empiezan a caminar, a comer solos, a explorar su cuarto, su casa y el exterior, pero necesitan algo que los haga sentirse acompañados, el osito o una manta son una opción.
Antonio Rizzoli, jefe de la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo del Hospital Infantil de México, advierte que el osito o la mantita son objetos transicionales.
“Son más que una compañía, son para sentir que hay algo ahí que está con ellos, que no los abandonará, que les acompaña para no sentirse solos en el proceso de aventurarse a cosas nuevas”, explica.
“El niño, en principio, siente que es parte de sus papás y después aprende que es un individuo independiente en el marco de una familia donde los papás lo cuidan y lo protegen, pero él puede salir a explorar el mundo”, agrega.
Rizzoli equipara esos objetos transicionales con la medallita o el colgante que un adulto recibió de un ser querido y que se pone cada vez que enfrentará una situación que le causa miedo o nerviosismo.
El apego a esos objetos es normal e incluso recomendable para que el niño sienta la presencia del abuelo que vive en otra ciudad o de mamá cuando va a trabajar.
“Pueden ponerle al osito el perfume de papá para que el osito le ayude al niño a sentir la presencia. También pueden colocarse un rato la mantita bajo la ropa, pegada a la piel, para que se impregne del olor de la persona y después dársela al niño”, aconseja.
Y aunque a los papás no les guste el oso tuerto y viejo o la mantita rota, deben respetar su elección. “Mientras las condiciones de higiene sean aceptables ni siquiera se recomienda lavarlo”, destaca.
¡LA MAMILA NO!
Aunque el objeto transicional es elegido por el niño, Rizzoli recomienda evitar que sea el biberón lo que el pequeño necesite para sentirse seguro.
“Si el bebé no se puede quedar dormido si no le dan la mamila, es una señal de que la mamila se ha convertido en el objeto transicional.
“Eso se convierte en un problema porque entre la boca y el oído hay un conducto que cuando el niño está acostado queda recto, entonces la leche se puede ir hacia los oídos y le puede provocar infecciones recurrentes, lo cual es peligroso porque puede llegar a causarle sordera”, comenta el especialista del Hospital Infantil de México Federico Gómez.
Además, si al brotar los dientes, lo que sucede entre los 8 y 12 meses de edad, el niño sigue usando el biberón como objeto transicional y se duerme con él, puede desarrollar problemas dentales que incluso requieran un tratamiento de ortodoncia en el futuro.
FOMENTA LA CONFIANZA
La mayoría de los niños abandona sus objetos transicionales alrededor de los 3 años de edad, siempre y cuando sus papás les ayuden a combatir sus miedos.
“El momento en el cual los niños dejan su osito tiene que ver con qué tanta confianza les damos. Muchas veces mamá y papá están tan preocupados por su hijo o hija que le resuelven todo inmediatamente y no le dan la oportunidad de experimentar la independencia”, advirtió Rizzoli.
Para favorecer la independencia, Rizzoli recomienda que a partir del primer año el bebé duerma en su propio cuarto, que elija qué quiere comer primero, que coma solo y propiciarle un ambiente seguro donde pueda caminar y jugar.
“Si el niño quiere bajar un escalón y de inmediato escucha el grito de la mamá diciendo: ‘Te vas a caer’, entonces el niño voltea para identificar el sonido, se cae, se pega, y llega la mamá con el: ‘Te lo dije’, lo cual solamente fomenta la culpa ante la iniciativa del niño de hacer algo por sí mismo.
“Si en vez de gritarle se acerca y le dice: ‘Aquí estoy, hazlo tú y si te caes estoy aquí para sostenerte’, el niño se sentirá seguro”.
DULCES SUEÑOS
El oso de peluche o la manta que los niños usan como objeto transicional también puede servir para fomentar buenos hábitos de sueño, dice Regina Fernández, psicoterapeuta especialista en niños.
“Podemos utilizar al osito para modelar hábitos y crear una rutina para antes de dormir, en la cual se incluya lavarse los dientes, ir al baño, ponerse la pijama.
“También son una compañía para el niño durante las noches, porque en esta etapa es cuando pueden tener terrores nocturnos o pesadillas que provocan que el niño quiera pasarse con los papás, pero si tienen un osito que los está acompañando es más fácil que aprendan a autorregularse y dormirse en su cama”, considera la especialista.