A veces, los kilos extra además de estar en el cuerpo también están en la mente.

No todas las personas obesas tienen afectaciones psicológicas, pero en la mayoría de los casos, la intervención de un psicoterapeuta es de gran ayuda en la búsqueda de pérdida de peso, explica Javier Morales, psicólogo clínico del Centro de Nutrición y Obesidad ABC.

En la infancia pueden originarse las causas de la obesidad por motivos emocionales y tener consecuencias que se pueden arrastrar hasta la vida adulta, señala Martha Alicia Chávez, psicoterapeuta y autora del libro “Hijos gordos”.

“He tenido pacientes adultos que fueron niños gordos y les afectó profundamente su vida, su autoconcepto, incluso su éxito profesional, porque desde chiquitos terminan por creer que no son dignos o merecedores de ser amados o ser felices”, explica.

Comida como consuelo

 

Martha Alicia Chávez, psicoterapeuta y autora del libro “Hijos gordos”, detalla que suele ser en la familia en donde se gestan las primeras relaciones enfermizas con la comida.

En casa los niños aprenden que una rebanada de pastel o una hamburguesa con papas pueden ser consuelo, premio, compañía o símbolo de cariño (o culpa), advierte Chávez.

“Cuando llegan con buenas calificaciones, los llevamos a comer un combo de hamburguesa con papas y refresco y si no pudimos llegar al festival les compramos una caja grande de chocolates”, refiere.

El significado o función que cada persona le da a la comida y que muchas veces no es del todo claro para el mismo paciente influye en la obesidad, alerta Javier Morales, psicoterapeuta del ABC.

“Para muchos pacientes el alimento es una especie de premio.

“Hay muy pocas satisfacciones en su vida y usan el alimento como un aliciente, como algo que compense las carencias en la vida emocional, también hay personas que comen cuando están aburridos, cuando se sienten solos o para calmar la ansiedad”, detalla.

Cuando comemos se activan los circuitos que tienen que ver con el placer, que son los mismos que se accionan cuando tenemos relaciones sexuales o cuando consumimos una droga de abuso, explica Hugo Sánchez Castillo, jefe del laboratorio de neuropsicofarmacología y estimación temporal de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Esa sensación de bienestar cuando saciamos el hambre es un mecanismo que el cerebro utiliza para asegurar el suministro de energía necesario para que tu organismo funcione.

“Así el cerebro garantiza que mantengamos esa conducta constante”.

El principal problema es cuando por un factor emocional se descontrola esa función.

Conductas adictivas

 

Como cualquier sustancia que provoca placer, la comida puede desencadenar conductas adictivas.

Un estudio del Hospital Infantil de México reporta que 37 por ciento de los pacientes obesos de entre 10 y 16 años desea dejar de comer pero no puede, invierte mucho tiempo para reponerse del exceso de comida y necesita cada vez más alimento para saciarse.

Además disminuye o abandonan actividades sociales, recreativas o educativas por comer y presentan síndrome de abstinencia, cambios de humor ante la restricción de alimentos.

Eduardo García, coordinador de la Clínica de Obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición (INCMNSZ), refiere que es común que los pacientes con obesidad padezcan trastornos como depresión y ansiedad.

Además, entre 30 y 40 por ciento presenta alguna alteración de la conducta alimentaria como el trastorno por atracón o el síndrome del comer nocturno, que están relacionados con las emociones.

“La comida en estas personas pasa a utilizarse como un mediador entre su impotencia para contender con la problemática del día a día y ese alivio que encuentran cuando consumen algún alimento”, describe.

No todos los pacientes con obesidad necesitan acudir a terapia psicológica, pero en muchos casos, la terapia cognitiva conductual puede contribuir a que los pacientes tengan éxito en la parte más difícil del camino que es el cambio de hábitos, refiere Morales.

En terapia, explica, se analiza desde su historia familiar hasta la rutina de los pacientes.

“Si por ejemplo en su ruta del trabajo a la casa siempre pasa por la pastelería que le encanta y siempre se compra un pan de dulce que es altísimo en calorías, lo invitamos a que cambie su ruta o que a esa hora del día procure comer una colación para que tenga saciedad y no se le antoje”, ejemplifica.

Tratamiento personalizado

 

El tratamiento de una persona que sufre de obesidad debe ser integral y personalizado.

 

-Participa un equipo interdisciplinario de médicos, nutriólogos y psicólogos.

-La psicoterapia es clave para aprender a manejar las emociones y realmente lograr el cambio de hábitos.

-Las afectaciones psicológicas no siempre son el centro de la problemática.

-Hay casos excepcionales de éxito aun sin psicoterapia.

 

Fuentes consultadas: Eduardo García García, coordinador de la Clínica de Obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria del INCMNSZ y Martha Alicia Chávez, psicoterapeuta

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