Además de su curioso apaño, que podría ser fácilmente reemplazado por un pasador de corbata, el instrumento diseñado para resolver el problema, Trump desafía la longitud normal de una corbata. Al contrario de lo habitual, el presidente permite que la prenda sobrepase la línea imaginaria de la cintura. Su criticada costumbre de no abrocharse el botón de la chaqueta deja vislumbrar esta extraña práctica que ha sido fruto de burlas en las redes sociales.
Y aún así, Trump, el hombre que presume saber de todo, que se mueve por el ego y su afán de ser el mejor, trata de dar lecciones de estilo a algunos de sus asesores. Según The New York Times, el presidente criticó la apariencia de su portavoz, Sean Spicer, cuando este realizó su primera intervención desde la Casa Blanca, un día después de la inauguración. En particular, Trump le instó a ponerse un traje mejor entallado.