Mientras apuntamos culpables y señalamos responsables, creo que olvidamos el problema: la falta de credibilidad en las instituciones.
El reglamento decía un año de suspensión para los jugadores y se matizó. El reglamento dice seis meses de suspensión al directivo y sólo se impuso una multa económica.
Nadie actuó bien:
Ni jugadores agrediendo árbitros.
Tampoco directivos amedrentando y presionando árbitros.
Árbitros haciendo un paro en la liga.
Directivos del futbol sin aplicar las sanciones correspondientes.
Todos queremos un mejor futbol. Todos queremos un mejor espectáculo. Todos queremos mejores ingresos. Todos queremos un juego limpio. Todos queremos que se nos haga justicia, pero nadie estamos dispuestos a mejorar las cosas, a sacrificar el bien individual por el colectivo.
Acá no hay vencedores, perdió el futbol. El futbol mexicano no está bien pero camina, se mueve, avanza pero está enfermo. No goza de la mejor salud.
El problema con la comisión disciplinaria, los árbitros, directivos y propietarios del futbol mexicano no es la enfermedad, son sólo los síntomas. Arrasar con los organizadores o líderes del movimiento, como tal, no acabará con el problema de raíz.
Querer acabarlos por que provocaron un paro sería un acto de todo menos de inteligencia.
Falta la suma voluntades. Hay grupos que se pegan por debajo de la mesa. Todos dicen ver por el bien de la Liga pero siempre piden que “se haga la voluntad de Dios en los equipos y jugadores ajenos, menos en los propios”.
No está bien lo que hizo ninguna de las partes en esta situación pero por algún lado tenía que brotar la Pus, por algún lado tenía que salir lo putrefacto.
Todos queremos una mejor Liga pero quienes de verdad trabajaran por tenerla.