Jorge Arena Torres Landa deja este mundo a los 84 años, en los que supo formar un legado de trabajo, entrega, amor y unión familiar.
Una neumonía, a consecuencia de su edad y el desgaste debido a un infarto cerebral que sufrió hace seis años, puso fin a sus días, pese a todas las atenciones que recibió.
Producto de la unión entre  Alejandro Arena García y María Concepción Torres Landa, Jorge nació el 29 de marzo de 1933, en la Ciudad de México.
Desde pequeño y bajo el ejemplo de sus padres, siempre tuvo presente el valor del trabajo y la familia.
Egresó del Tecnológico de Monterrey como Ingeniero Agrónomo y en esa etapa conoció a quien sería su compañera de vida, la señora Yolanda Elizondo de Arena (+).Enamorados y dispuestos a averiguar qué era lo que les deparaba el futuro, viajaron a León para emprender juntos una nueva etapa, ahora como marido y mujer.
Fue padre de seis hijos: Jorge, Andrés, Carlos, Francisco Javier (+), Yolanda y Miguel Ángel. Todo el tiempo mostró un gran cariño por todos ellos y, a pesar de los altibajos que enfrenta toda familia, siempre supo mantener el equilibrio y amor entre los suyos.
“Nos dejó a todos un gran legado, obtuvo varios reconocimientos por su trayectoria y a todos nos dominaba el inmenso amor que le tenemos, fue un gran hombre”, compartió su hijo, Jorge Arena Elizondo.
Trabajó y puso en práctica lo aprendido en las aulas, en el Rancho Cerro Gordo, hogar de sus padres, mejor conocido ahora como Casa de Piedra.
Participó en varios proyectos de transporte y construcción, entre ellos el fraccionamiento Panorama; fue empresario de Plaza Mayor, fundador del patronato de la Universidad Tecnológica de León y parte de varios consejos ciudadanos.
Cuando falleció su padre, Jorge se dedicó a adquirir algunas propiedades en la zona de Sierra de Lobos, para después cofundar y presidir por varios años el Área Natural Protegida Sierra de Lobos.
Siempre mostró un gran interés por la preservación de las especies, la reforestación y el cuidado del agua; gustaba de todo lo relacionado con el cuidado del ambiente.
“Mi papá solía decir que ‘una persona que no tiene enemigos, es una persona sin carácter’. Amigos no le faltaron pero, por sus convicciones, determinación y amor por la naturaleza, muchas personas lo consideraban un gran rival”, confesó su hijo, Jorge.
Fue un abuelo cariñoso y gran ejemplo de vida para todos sus nietos, siempre tuvo una anécdota que contarles, un buen consejo que ofrecerles y grandes lecciones de vida que reafirmaba con su ejemplo, cada día.
“No me alecciones con tus palabras… mejor edúcame con tu ejemplo”, fue una de sus frases favoritas, palabras que más de uno recordará con afecto y nostalgia.
“Le agradezco todo el cariño que siempre nos dio, de verdad nos hizo muy felices”, comentó su hija, Yolanda Arena.
“Donde quiera que esté, siempre lo llevaremos en nuestros corazones”, agregó.
El recuerdo de Jorge Arena vivirá en cada ser que ayudó a mantener con vida, cada espacio que coloreó de verde y todas esas personas que tuvieron la fortuna de conocerle y compartir un poco de todo esto que llamamos vida.

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