Por falta de empleos y de oportunidades de desarrollo, hace 21 años Leocadia Pérez Atanacio abandonó la tierra donde nació.
Queretana de origen otomí, buscaba una vida mejor para ella y su familia y emigró a León, donde ya la esperaba su esposo, Venancio Miguel.
Desde pequeña quedó huérfana y tuvo que trabajar para ganar su sustento; fue criada por su abuela paterna, quien la motivó a salir adelante y a destacar entre los demás sin dejarse aminalar por críticas y discriminación.
“Mi abuela me quiso dar escuela pero por falta de acta de nacimiento no se pudo”, platicó.
En León comenzó una nueva vida en la que todo le era desconocido, y no saber leer le dificultaba la adaptación a la ciudad.
Pero sus ganas de superarse la llevaron a inscribirse en una escuela, donde aprendió rápido a leer y escribir; hoy es Consejera Indígena Otomí, cargo que aceptó con la necesidad de ayudar a su comunidad de más de 80 personas.
Lleva casi seis años con esa encomienda a pesar de que los consejeros duran solo tres, pero nadie quiere esta responsabilid porque debe ir a reuniones y otras muchas actividades. “Primero los demás y después yo”, dijo Leo.
Aseguró que su labor tiene muy pocas recompensas puesto que a veces ni siquera se le agradece; pero a pesar de esto ella disfruta de ayudar a su gente, pues está consciente de las dificultades que viven los indígenas.
Su familia la apoya y se siente orgullosa de ella, que no sólo es madre, esposa, compañera, y amiga, sino una mujer comprometida con sus creencias y motivada ayudar a quienes han experimentado dolor, hambre y sobre todo discriminación.
“Como indígenas debemos luchar por nuestros derechos, de manera pacífica”, añadió.
Leo platicó que recién llegada a León se vio en la necesidad de llevar a sus cinco hijos a vender chicles, papas o artesanías, pero al mismo tiempo les hablaba de la importancia de estudiar para salir adelante.
A ellos les enseña con el ejemplo y hoy en la familia hay una enfermera, una maestra, una gran vendedora y un mecánico, y el más joven continúa su preparación.
Además Leocadia les inculca el orgullo de ser indígenas y los exhorta a levantar la frente a donde quieran que vayan, sin avergonzarse de sus orígenes.
“Es una mujer con gran valor, pues trabaja para ayudar a las personas de las que sus derechos y creencias han sido violadas, siempre defendiendo a quienes se sienten solos… estoy muy orgulloso de ser su esposo”, dijo su esposo, Venancio Miguel.
Brinda mujer indígena ejemplo de superación
Por falta de empleos y de oportunidades de desarrollo, hace 21 años Leocadia Pérez Atanacio abandonó la tierra donde nació.