Para Adrián, de 7 años, el divorcio de sus padres y la ausencia de su papá, fueron hechos muy dolorosos, así que al cambiarse de escuela creó una realidad alterna a base de mentiras y, al ser descubierto, a su dolor, se sumó la vergüenza.
A sus nuevos compañeros les dijo que sus padres estaban juntos y también inventó que los fines de semana su papá lo llevaba a su casa de Cuernavaca.
En realidad, el niño vivía con su madre, casi no veía a su padre y la familia no tenía casa en Cuernavaca.
Los niños mienten para ocultar una realidad dolorosa, pero también lo hacen cuando quieren evadir una responsabilidad, que de forma equivocada perciben como algo injusto, por ejemplo, evitan hacer su tarea diciéndole a mamá que ya la hizo, explica Claudia Sotelo, directora del Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia, desde la Ciudad de México.
Otra razón de que mientan es por temor a ser castigados o por imitación, es decir, si papá no quiere hablar con alguien y niega estar en su casa aunque ahí esté, el hijo aprende que con la mentira se obtiene una ganancia, agrega.
Explica que decir mentiras es una conducta esperada en el proceso de desarrollo infantil y se inicia entre los 2 y 4 años. Sucede con la mayoría de los pequeños y lo hacen porque confunden la fantasía de la realidad.
Sin embargo, precisa, hay que poner especial atención cuando los niños tienen 6 años y mienten, pues a esa edad ya tienen conciencia del juicio, del deber ser, y de la culpa.
“De los 6 años en adelante ya pueden hacerlo como una forma de violar y romper las reglas”.
De acuerdo con la psicoterapeuta, los padres tienen que ser muy observadores del comportamiento de sus hijos para detectar si son mentirosos y su labor es descubrir por qué lo hacen.
Lo ideal es confrontar al niño con la verdad y evitar que sigan mintiendo y que hacerlo sea parte de su personalidad.
Aconseja que si se trata de una conducta repetitiva y los niños mienten a todos, es momento de pedir ayuda.
De acuerdo con Jesús María del Bosque Garza, jefe de Psiquiatría y Medicina del Adolescente del Hospital Infantil de México, la mejor manera para ayudar al niño a tratar de descubrir por qué miente.
“Una conducta punitiva por parte de los padres lo que hace es frenar más la posibilidad de que los niños digan la verdad. Lo más importante es saber de dónde viene la mentira y atacar el fondo de ésta”, aclara.

Mentirosos compulsivos
El especialista advierte que existen los niños mitómanos. Afirma que investigaciones establecen que hasta 15 por ciento de los niños tiene riesgo de mentir de manera enfermiza.
“Tienen una irrefrenable necesidad de estar mintiendo para inventarse una vida diferente. Muchas veces se creen sus propias mentiras y éstas tienen consecuencias graves”, advierte.
Menciona que la mitomanía es multifactorial y puede deberse a factores genéticos y del medio ambiente.
 

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