Mi valor más grande era mi hijo, yo se lo dejo todo allá, a mi Diosito Santo. ¿Qué me ganaría con buscar alguna venganza? ¡Mi hijo ya no está, ya no lo repongo! Todo se lo dejo a mi Padre Santísimo, ¡Él sabrá cuidarlo!”, comentó Candelario Bravo Hernandez, el padre de Gerardo Bravo García, de 17 años, el joven que murió recibiendo atención médica, después del enfrentamiento entre jóvenes en la comunidad Rancho Nuevo de Yóstiro, el sábado pasado. 
La humilde vivienda de Gerardo, al final de la comunidad, sobre un camino de terracería, entre las faldas del cerro, fue el lugar para que amigos, vecinos, familiares, compañeros de escuela y profesores acudieran a despedirse de él por última vez. 
Un pequeño techo de lámina, debajo de los árboles, cubría la caja blanca del cuerpo del “Angelito” de tan sólo 17 años. El patio de la vivienda lucia lleno de gente; todos ahí reunidos acompañaban a la familia en ese momento de dolor. 
“Desde hace tiempo ya se estaba previniendo mi hijo para asistir a la fiesta de la Virgen de Fátima”, comentó su padre, el cual recordó las últimas palabras que cruzó con su hijo antes de verlo por última vez.
 “Me dijo, ¡me están esperando aquí en el camino, apá, ya me voy! Y yo le dije: ¡Ándale pues, que Dios te bendiga y te cuide! Ya no lo volví a ver!”, recordó Don Candelario. 
El llanto de la esposa de Don Candelario no calló, se hizo más notorio con la llegada de la carroza fúnebre, a la cual subieron el cuerpo de Gerardo. 
De fondo, el tronar constante de la pirotecnia, anunciando la salida del cuerpo de la casa con rumbo al templo de la comunidad, donde se ofrecería una misa en su honor; ahí, el papá de Gerardo recordó cómo le dieron la noticia, él no había acudido a la fiesta patronal. 

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