The fog of war (la niebla de guerra) es un término militar que se utiliza para describir la abrumadora sensación de no saber a dónde vas. Cuando el humo de las pistolas te impide ver a dónde apuntas. Cuando el conflicto es tan denso que reina la confusión y la incertidumbre

Se podría decir que México está inundado en niebla. La corrupción y la impunidad nos impiden ver más allá. Pero hay un rayo de esperanza, sí que la hay. Cada uno de nosotros, soldados de nuestro bienestar, tiene un deje de oportunidad, una voluntad de ver la verdad. Hay una herramienta que te ayuda a soplar más fuerte y disipar, aunque sea solo un instante, el ambiente para ver con claridad. Esa herramienta se llama periodismo.

No es la única, no vayas a creer, y es muy difícil que se haga bien, con total y pura honestidad. Pero sí que es valiosa. El periodismo es ese amigo que te dice cómo van las cosas mientras desayunas. Es esa conocida que va a la zona de conflicto y toma una foto para que tú la veas con tus propios ojos.

Es ese vecino que no tiene un horario laboral decente porque lo que acontece tiende a suceder un domingo por la noche. Es esa sobrina que se planta en una propuesta porque ha visto de cerca las injusticias y va a impedir con todas sus fuerzas que quieras apartar la mirada.

El periodismo nació como una forma de libertad. Buscó la democratización de la información. Ha luchado contra la crisis y las presiones, contra las amenazas y los abusos, contra la comodidad de no querer saber más.

Esta semana se agregó un nombre más a la larga lista de periodistas desaparecidos y callados a perpetuidad. Ahora, hay una foto de un sombrero manchado en Culiacán. Y yo sólo puedo imaginar en lo que deben de estar pensando todos los demás. Los que siguen en la lucha, intentado soplar toda esa niebla que se empeña en no dejarnos respirar.

A todos aquellos que vayan a salir a trabajar, a luchar por la libertad, solamente les puedo decir gracias. Gracias por recordarme cada mañana que este país no se construirá solo y que me faltarán días para seguir luchando por mejorar este pedazo de tierra que me tocó habitar. Gracias por las gotas de sudor y sangre que han derramado en cada palabra. Gracias por creer en que, algún día, México saldrá de la deriva.

Y espero que nosotros sepamos apreciar lo que es dar tu vida por una causa justa. Que sus nombres no desaparezcan en la niebla. Que nuestra historia sepa revertir lo que sucedió en Vietnam. Porque al final de cuentas, es nuestra paz, nuestra gente, nuestros días por lo que estamos luchando. ¿Quién no querría colaborar?

 

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