Con porras, cantos y banderines hondeando en la mano de los feligreses se pudieron ver durante la recepción del Segundo Obispo de la Diócesis de Irapuato, Monseñor Enrique Díaz Díaz, en el recorrido que realizó por las principales calles de la ciudad.
Díaz Díaz tuvo una recepción cálida, pues a su llegada al Parque Irekua ya estaban presentes el primer Obispo, José de Jesús Martínez Zepeda y el Nuncio Apostólico de México, Franco Coppola, a quien pensó que vería hasta la misa en la Catedral.
El fuerte operativo de seguridad y la valla humana no lograron parar a los fieles creyentes que buscaron su bendición y que incluso pudieron acceder a entregarle flores, como muestra de cariño y devoción hacia su fe católica.
Por toda la Avenida Guerrero se pudo ver a la gente esperando el paso del Obispo, de manera principal jóvenes de colegios privados que agitando globos le daban el primer saludo y que se unieron a los cantos y porras.
Al segundo Obispo se le vio sonriente y no dejó de saludar a los irapuatenses que permanecían en las banquetas a la espera de poder tomar una foto y hasta tener un encuentro con él.
Al llegar al Centro Histórico la alegría de los presentes aumentó, pues pudieron verlo caminar hacia el Templo de Nuestra Señora de la Soledad, donde ya lo esperaban los seminaristas y religiosas de los 9 municipios de la región.
Incluso se dio el tiempo para bromear con el ánimo de los seminaristas, que al principio se mostraron serios, pero después de escuchar las palabras de Monseñor decidieron incluso dar un grito de aceptación.
También platicó con las religiosas, reconociendo el trabajo que junto a una de ellas realizó en encomiendas pasadas y que hasta recibió aplausos de los presentes.
El segundo Obispo de Irapuato se mostró cercano como lo dice su lema, y no dudó en acercarse a un par de jóvenes que al verlo comenzaron a llorar, por lo que hasta un abrazo les ofreció en este su primer encuentro con los fieles irapuatenses.