No dejar de lado la formación sacerdotal y entregarse a su misión evangelizadora con compromiso social, fue la petición de Enrique Díaz Díaz, segundo Obispo de la Diócesis de Irapuato, en el encuentro que sostuvo con seminaristas y religiosas.
Previo a su mensaje, pidió que los presentes contemplaran a la Virgen de la Soledad, patrona de la Diócesis, a quien encomendó su misión y agradeció por el cariño así como el amor que muestra en su imagen, fuente de inspiración para los creyentes.
Ante los seminaristas, el Obispo destacó que quienes se han encontrado el amor en Cristo no pueden permanecer indiferentes al llamado de servir a los fieles con fervor y a empeñarse en continuar con la formación de religiosos.
“Él los llamó para que estuvieran con él, el Seminario tendrá sentido si crea una profunda intimidad con Jesús, si nos configura con su persona, si imprime en nosotros sus valores, sus ideales y su estilo, no será una obligación sino un compromiso serio que nos une con Jesús y con los hermanos”, enfatizó.
Díaz Díaz pidió a los seminaristas palpar el dolor del que sufre y ser solidarios con los marginados, además de agradecerles por su respuesta alegre y generosa, comprometiéndose a ser un Obispo cercano.
“Y junto con ustedes buscar un encuentro con Jesús, donde la transparencia sea la respuesta a nuestra vocación, vale la pena seguir, gracias por su testimonio, gracias por su esfuerzo, por ser fieles al llamado, felicidades seminaristas”, destacó.
A las religiosas, el Obispo les dio un mensaje de gratitud, al reconocerlas por entregar su vida no sólo a la Diócesis de Irapuato sino a la Iglesia entera, sembrando esperanza entre sus allegados con quienes viven en comunidad.
“Son la prueba viviente actual de que se puede ser obedientes al estilo de Jesús, se puede ser feliz al estilo de Jesús, amar no al estilo egoísta que esclaviza, sino con la entrega abierta, plena, universal, con la generosidad sin límites”, refirió.
Al finalizar su discurso, recibió una imagen de la Virgen de la Soledad de parte del párroco de la iglesia, además de dar su bendición a los presentes y pedir el apoyo pleno para su encomienda.