Para María Begoña Lizarraga, todos pueden ser voluntarios para ayudar a las personas que más lo necesitan, con cualquier tipo de apoyo siempre que sea una intención genuina y desde el corazón.
Esto lo aprendió durante los más de 16 años que dedicó a ser voluntaria en el Centro Integral para Personas con Discapacidad Visual (CIVI), en Irapuato, luego de una invitación que le realizaron personas en una fiesta infantil.
“La primera pregunta que te tienes que hacer, si quieres ayudar, es qué es lo que tienes que puedes dar, todos podemos ser voluntarios, sólo es cuestión de que quieras hacerlo”, opinó.
El voluntariado fue una forma en que Begoña pudo continuar proyectos que durante su época de universitaria pudo arrancar, logrando ser parte del proyecto de desarrollo del CIVI.
“Con un niño pequeño no es que te sobre el tiempo pero pensé que sería bonito poder ayudar, desde la universidad hice un proyecto social y fui a una escuela de ciegos, en Ciudad de México, de donde soy, entonces fue como me invitaron, cuando eran 17 ó 18 personas que eran voluntarias, era un equipo muy interesante, con mucho trabajo”, recordó.
El primer año fue el más complicado, aseguró, por las situaciones emocionales que enfrentó al conocer las historias de muchos de las personas con discapacidad, definiéndolo como el ‘más impactante’.
“Recuerdo muchas historias, que me ponían la piel de gallina, porque son unas grandes historias de vida, muchos ejemplos a seguir, fuimos en una ocasión a una escuela con niños de primaria, con chavos que eran expertos en el ábaco, uno de los chicos les dijo ‘hacemos un concurso, les ganó en matemáticas a cualquiera’, los chicos estaban encantados, fue una experiencia muy linda”, compartió.
Begoña Lizarraga reconoció el cambio que generó el voluntariado de manera personal, convirtiéndose en una persona que valora mucho más lo que tiene, a su familia y su salud.
“Mi familia fue un apoyo incondicional, sin mi marido y mis hijos no hubiera podido hacerlo, ellos fueron parte del voluntariado, me sentía muy contenta ver a mis hijos compartiendo en las actividades, que se contagiaban de mi entusiasmo, fue maravilloso”, finalizó.