Areli es ama de casa, tiene dos hijas, su esposo es jornalero en Estados Unidos y le manda algunos dólares al mes para que puedan vivir. 

Su casa está en la calle principal de San Juan de Abajo y, cuando el agua comienza a caer, sabe que lo primero que tiene que comprar, por más absurdo que parezca, son botas de plástico para sus niñas.

Junto con las preocupaciones de otras familias, como la comida o el pago de servicios básicos, los habitantes de San Juan de Abajo se preocupan por asegurar a sus niños en épocas de lluvia.

“Mi esposo me manda como 6 mil pesos al mes. Él se fija cuanto vale el dólar y nos manda lo que él cree que necesitamos para vivir. Las botas de plástico es lo primero que compro cuando empieza a llover, porque para pasar por las calles de aquí, te resbalas. Las niñas una vez se cayeron cuando intentamos pasar el puente yendo a la iglesia y se golpearon”, platicó Areli Juárez.

Areli también explicó que lamentablemente y debido al fuerte uso que se le da, las botas no les duran dos años, pues las utilizan incluso dentro de la casa. Cómo ella, las otras madres de familia de esta comunidad tienen difícil caminar por sus calles, pero la complicación es mayor para los niños.

“Para llegar a la escuela se llenan de lodo hasta las rodillas, se lastiman cuando se caen porque se resbalan, caen de ‘sentonazo’ y tienden a golpearse por atrás, y ése es un riesgo muy grande porque sí ha habido dos casos de los que todos supimos, donde una sí tuvo secuelas cerebrales y la otra se fracturó las vertebras”, comentó Lilia Ramos, una vecina.

En la comunidad, las mamás se protegen de las lluvias como pueden, pero primero aseguran a sus pequeñitos, con impermeable, paraguas y sus botas.

“Hasta en la escuela nos dicen que nos llevemos botas porque llegamos todos llenos de lodo. Aparte, andamos más cómodos, porque podemos jugar mejor en la lluvia, aunque en la escuela no nos dejen salir al patio si está lloviendo”, platicó la pequeña Leslie Aguilera.

San Juan de Abajo es considerada una de las cuatro colonias más pobres de León y sigue considerada “colonia irregular”, por lo que ninguna de sus calles tiene pavimentación.

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