Con la fusión del sonido de las flautas, el violonchelo, la guitarra barroca y percusiones el Ensamble Caprice contó ocho historias de amor de compositores en el Auditorio Mateo Herrera.

Uno a uno los artistas arribaron el escenario, en el que ya permanecían una línea de flautas de diferentes tamaños y materiales, un tambor barroco y una mesita de cristal con un florero vacío, en medio de un semicírculo de 10 rosas rojas.

“La música cuenta historias, venimos desde muy atrás en el tiempo para compartir, en estos días, las historias de pasión y cariño, de vida y muerte que grandes artistas plasmaron en forma de partituras”, expresó el flautista Matthias Maute, para posteriormente presentar la primera historia y con ello dedicar y colocar la primera rosa en el florero.

Las armoniosas y románticas notas de la “Serenata con altre aire”, de Johann Heinrich Schmelzer, comenzaron a sonar para así transmitir la alegría que Schelmzer y María, su esposa, vivieron en su matrimonio.

La siguiente rosa fue dedicada al amor entre Biagio Marini y su amada Mónica, el cual revivieron al compás de la “Sonata para Mónica” de Marini, “Pasacalle” de Andrea Falconieri, el Aria di Fiorenza y sua corrente, de Carlo Calvi y pieza anónima “Ciacona di Paradiso et dell’ inferno”.

Con las canciones populares checas y la melodía anónima “Historias de amor y soledad”, los ejecutantes canadienses dedicaron la tercera rosa para la leyenda de amor de “Kystof y Ana”, una pareja de jóvenes checos cuyo amor fue impedido por el padre de la chica.

Al sonar de los suaves acordes de la guitarra y el chelo de la “Sonata seconda” de Schmelzer, “Ciacona” de Tarquino Merula y “Batalla de Barabaso yerno de Satanás” de Falconieri, la valentía que tuvo la primera esposa de este último compositor, por permanecer con él tantos años, fueron reconocidos.

El suave sonido de las flautas, el violonchelo, la guitara y los adornos del pandero llevaron a los asistentes al siglo XVI.

Con estas notas, el público revivió el espíritu y la historia de amor entre Joan Sebastian Bach y María Bábara, a quienes dedicaron “Chaconne” del autor y una quinta rosa.

La sexta rosa y las piezas “Two in once upon a Ground” y “A New Scotch Tune”, simbolizó el amor de Henry Purcell y su amada Frances.

El pandero, las maracas y la guitarra sonaron después al son de la pasión de Santiago de Murcia quien en dedicación a su amada Isabella creó la pieza “La Jota”, cuyas partituras se encontraron en 1930, en una tienda de antigüedades.

Con la Sonata La Follia de Antonio Vivaldi, para el autor, su esposa Paula y su hija Ana, la agrupación culminó de contar las historias a través de notas musicales.

Al despedirse, el Ensamble Caprice dedicó las dos rosas sobrantes al público y a los grandes compositores del periodo.

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