La persona sana emocionalmente, en medida de su capacidad para perdonar. El odio, el rencor, el resentimiento, son las respuestas que imperan en nuestra sociedad actual. Una sociedad enferma, que contamina a nuestra juventud, a los mayores, y a los infantes llevándolos a la destrucción de unos a otros. Como diría Erik Fromm “El hombre es el lobo del hombre”.
El albergue que yo dirijo es un santuario de niños enfermos emocional y espiritualmente; día con día, vivimos esta experiencia de rencor, coraje y rechazo, sentimientos expresados no únicamente hacia los padres sino también a sus propios compañeritos de juego
Como profesionistas amorosos de nuestros niños, en el albergue estamos trabajando sobre esta problemática de sentimientos negativos y autodestructivos, problemática que ataca directamente el alma de nuestros morritos.
En base a esto es que nació nuestro bello programa “LA CAJITA DEL PERDÓN”; en esta dinámica participan los niños de 7 a 10 años de edad.
En este programa no se aplica juicio alguno, no se reciben consejos, solo se escucha lo que cada participante puede y quiere hablar.
En una aula cerrada para contener a los pequeños y evitar distractores exteriores, se acomodan las sillas en círculo y en el centro se coloca una mesita con una cajita, junto a ésta se colocan papelitos, según el número de participantes.
Al inicio del taller cada integrante toma un papelito y de acuerdo al turno que le tocó, pasa al centro del círculo y platica como fue el fin de semana en su casa.
Al principio ningún niño podía exteriorizar sus emociones, puesto que no las reconocían, no las identificaban, todo lo que viven cada fin de semana en sus casas, los niños lo actúan en el albergue a través de la agresión y la rebeldía –por ejemplo, hace poco, un chaval de 8 años tomó un muñeco y dijo: “Este mono es la maestra tal y le voy a cortar la cabeza” y ¡zaz!, simulaba cortarle la cabeza. “Ahora le cortaré el brazo” y ¡zaz!, simulaba el corte del brazo; así, con este nivel de agresión y violencia, regresan los pequeños que pasaron el fin de semana en sus casas, al albergue.
Durante “La cajita del perdón”, el niño empieza a hablar sobre lo que sucede en casa y aprende a liberarse del daño que le hicieron.
Así pasó esta semana con Odilón, quien dijo: “Pues yo quiero hablar en ‘La cajita del perdón’ y decirles que estoy muy enojado con mi mamá, porque ella es una pu…, y estoy muy enojado con ella; el único día de la semana que voy a dormir a casa es el sábado, puesto que los demás días estoy en el albergue y ella ese día, o no llega a dormir a mi casa o llega borracha, o llega con diferentes hombres y me toca oír todo lo que hacen, siento tan feo que he pedido al albergue que no me manden el sábado a casa, que yo deseo quedarme en el albergue.
Lo he hablado con mi madre y ya le advertí que la próxima vez que vuelva a portarse así delante de mí, ella nunca, nunca más, me volverá a ver porque entonces ese día me voy a ir para no volver”.
“El odio al servicio de la venganza en el que más quiere, vence al enemigo amado”.
La vida significa la madre, quien es la tierra, la tierra fatal para Odilón, puesto que él de alguna manera está predeterminado, con sentimientos que marcarán el curso de su existencia de manera irreductible.
Por esto “La cajita del perdón” busca sanar el alma del niño a través de la exteriorización de sus experiencias dolorosas y llevarlo al perdón, una vez que dobla su papelito seleccionado y lo echa a la cajita.
PSIC. MARITZA NASSER
Para recibir sus donativos, estamos a sus órdenes en el 7 12 34 61. Los niños del albergue necesitan, entre muchas cosas más, zapatos y tenis.