Podría estar rodeado de cientos de personas, pero cuando Cashiel Sales toca su violín, cierra lo ojos y siente que está en lugar solitario, tocando para él mismo mientras a la vez transmite al público toda la pasión con la que lo hace.
Desde hace 3 años, Cashiel Sales Casarín se dedica de tiempo completo a tocar el violín en eventos sociales, empresariales o incluso lugares públicos, como centros comerciales y hasta en el lugar que lo vio nacer artísticamente, el Centro de la Ciudad de León.
Cashiel tiene 29 años de edad y es originario de la Ciudad de México. A los 20 años llegó a León a vivir, después de buscar un ritmo de vida menos acelerado en comparación con el de la capital del País.
“Tengo una tía que vive en León. Ella me invitó a conocer la ciudad y me encantó la tranquilidad con la que se vivía aquí”, contó el violinista.
Aún sin ingresar en el mundo del arte, el joven oía música en su cabeza y descubrió que en su mayoría eran sonidos de violín, por lo que creó un concierto el cual registró para evitar un plagio.
Cuando Cashiel llegó a vivir a León aún no tocaba el violín y fue en esta ciudad donde, de manera autodidacta, aprendió a tocar este instrumento.
En poco tiempo se convirtió en excelente músico viendo videos por internet, preguntando en ocasiones a algunos músicos y sobre todo, con la práctica constante.
“Fue muy difícil aprender a tocar el violín. Asistí a un par de clases en las que aprendí lo básico y luego, preguntando, aprendí a leer partituras”, señaló.
Antes de irse a trabajar o a su llegada a casa, Cashiel se encerraba en su habitación y practicaba durante horas el violín, incluso dejando de lado su vida social, experiencias y vivencias que quizás hubiera preferido un chico de su edad.
“Para poder tocar el violín como lo toco ahora, tuve que pasar mucho tiempo en soledad. No tenía vida social, me la pasaba practicando para ser mejor”.
“Muchas veces me pregunté si en verdad valdría la pena esforzarme tanto, ya que a lo mejor me estaba perdiendo las vivencias de la juventud, pero el día de hoy me doy cuenta que no fue así y valió la pena”, agregó.
Durante más de 5 años estuvo tocando el violín como un hobbie que practicaba en sus ratos libres, sin pensar en sacar un provecho económico a su gran pasión.
Se acercaba una Navidad y Cashiel buscaba dar a toda su familia una noche en la que estuvieran juntos y disfrutaran el momento. Para poder correr él con los gastos, se le ocurrió empezar a tocar en el Centro de León para reunir dinero para su plan.
“Yo tenía la ilusión de poder darle a mi familia la Navidad que se merecían. Empecé a tocar en el Centro y ¡claro que me daba pena hacerlo! pero al ver lo bien que me fue, seguí por ese camino”, contó.
Conforme pasaron los días logró reunir incluso un poco más de la cantidad que requería para la Navidad, aunque finalmente no se pudieron reunir todos, sólo su familia directa.
“Después de ver lo bien que me iba, trabajaba en la empresa de lunes a viernes y los sábados y domingos tocaba en el Centro. Al final, en un fin de semana, reunía lo que me pagaban en mi trabajo, en 15 días”, dijo.
A partir de ese momento empezó a valorar si debía seguir en la empresa por lo que desde hace poco más de 3 años Cashiel Sales dejó su trabajo “formal” y desde entonces se dedica a vivir tocando el violín en el que encontró muchas satisfacciones como que le llenaba más, conocía más gente, se divertía y ganaba más.
“El tocar el violín es todo para mí, es mi vida; a veces me maravillo de cómo puedo hacer lo que realmente amo en la vida y vivir bien de eso”, señaló.
Cashiel toca la mayoría del tiempo con los ojos cerrados, pero expresando con sus gestos o movimientos la pasión que para él representa la ejecución de su instrumento.
Su repertorio es muy variado; va desde la música clásica hasta lo más actual o moderno como canciones de rock, pop, baladas e incluso, últimamente, reggaetón.
“En un principio me negué a tocar reggaetón porque sentí que estaba ‘denigrando’ a mi violín, pero supe que hay que ser versátiles, más si el cliente lo pide, pero tengo muy definido mi estilo y no toco cualquier canción, tiene que ver mucho la letra de la melodía”, expresó.
Actualmente toca ante sitios públicos de la ciudad como en Centro Max, el restaurante “Casa Marías” del Hotel Ramada o el restaurante Orangerie, así como en eventos sociales y empresariales de todo tipo.
En unos años Cashiel Sales se ve más que como un intérprete, como un compositor, por lo que ya está preparando su segundo concierto que espera presentar en el Cervantino 2018.
“Me gusta mucho lo que hago, pero soy una persona que sabe poner los pies en la tierra. Sé que hay mucha gente que hace los mismo que yo, aunque hay distintos niveles de calidad y repertorio por eso yo sigo preparándome y ensayando, para no quedar en el montón”.
“Yo no quiero vivir toda mi vida tocando música de otras personas, tengo un don que es la composición y eso si no es para todos, es algo con lo que se nace”, añadió.
Cashiel recomienda a todas las personas que quieran seguir sus pasos que se arriesguen y siempre persigan sus sueños, advirtiéndoles que el camino será difícil y que necesitan tener perseverancia y paciencia.
“Yo estuve muchas veces a punto de dejar el violín antes de dedicarme al 100% a esto, sentía que no era para mí, porque por más que me esforzaba no me salían las cosas pero no lo dejé, seguí creyendo en mí y sigo persiguiendo mis sueños”, finalizó el artista.