En este mes de julio ¡celebro la vida!… Y cuando yo me muera… por mis ojos ya no entrará la emoción a mi corazón que no latirá un día más y en ese momento, en un solo grito, dirá… ¡no más!

La vida ingrata por la que atravesé ya no podrá hacerme una nueva jugada.

Cuando yo me muera pediré que mis cenizas las rieguen por todo el Parque México; ese parque que es testigo de toda mi historia, desde niña hasta ahora de mujer. Ese parque al que nunca dejaré. Ese parque donde las flores han crecido oyendo la vibración y la fuerza de mi voz… y, cuando yo me muera, ¿quién habrá de lanzar estas vibraciones con su voz?

El Parque México, donde ni después de muerta deseo salir, ahí, sin aliento de vida y convertida en ceniza, mi ser de mujer fecundará la tierra con la lealtad de la lluvia y del tiempo; la cosecha se aproximará y así podré volver a la vida… ascenderé en otra frecuencia a la madre naturaleza.

No sé en que resurgiré, quizá dispersa en grano, o en una mariposa multicolor, o quizá me quede solo al nivel de la tierra y entonces, desde ese nivel, volverá a tener vida mi ser de mujer.

Formaré un hogar donde nos reuniremos los seres más ínfimos del universo, nos uniremos y todos juntos seremos uno; trabajaremos para darle vida a las criaturas de la naturaleza ya sean flores, hiervas, ó animalillos.

Esta nueva forma de vida me mantendrá viva y me permitirá sentir en mí la unicidad con la naturaleza… ¡Sí!, cuando yo me muera, seré una con ella, y ahí, en esa frecuencia, aprenderé a que no hay goces, a que no existen los males, ni los sentimientos, desde esta dimensión no conoceré el sufrimiento ni los resentimientos.

Aquí, desde mi esencia convertida en naturaleza, no tendré vínculos con nadie, no viviré para trabajar, no usaré máscaras, no encontraré diferencias entre un ser y otro.

Cuando yo me muera, ¿cómo me irá a tratar la muerte? Me resulta doloroso aceptar que cuando yo me muera, en unos cuantos días pasaré, pasaré, y esos ojos míos que me permiten gozar de lo que mi corazón está lleno, no me permitirán gozar ni llenarme de nada más y entonces así pasaré, seré como una hoja de papel mal escrita, hecha bola y arrojada… ¡seguramente así pasaré!… hasta que llegue el momento en que nadie se acuerde de mí.

Y recordando todo lo valioso de mi vida me pregunto. “… y cuando yo me muera, ¿quién les dará de comer a mis pajaritos?, a las flores de mi jardín, ¿quién las regará y las saludará todos los días al amanecer de un nuevo día?, ¿quién salvará a mis perros de la infame perrera? Y ¿qué pasará con mi bicicleta?, ¿quién jugará con mi raqueta?

Mis libros se deshojarán y ¿a quién le tocará arrojarlos al más allá?, las poesías que me han llenado de fantasía ¿a quién más llevarán a soñar? y ¿quién le dará vida con su expresión corporal a la música Theverve-Bittersweet-simphony (sinfonía de la vida)?, ¿quién al bailarla, la terminará con lágrimas postrada en el suelo?… Esas notas musicales que dan expresión a mi vida y mueven mi cuerpo, cuando yo me muera, ¿quién las bailara?

Cuando me muera, siendo una con el universo, ante mi partida ¿el universo se quebrará? y la lealtad de la noche cuando yo me muera ¿derramará lágrimas como las que derramo yo cuando ella se acerca?

Y mis hijos, se acordarán… se acordarán?, ¿o también moriré en ellos?… y mis chiquitos, mis chiquillos del albergue cuando yo me muera ¿en qué ojos se reflejarán sus ojos ?, ¿con quién bailarán en fila india, como cuando bailamos todos riendo? Mis niños… ¿quién más los abrazará y a quien más besarán ellos?

Los recuerdos de mi padre que tengo tan vivos ¿a dónde se irán cuando yo me muera?, ¿se irán conmigo?… y los recuerdos de juventud, los amores vividos ¿a dónde se irán?

Mis diarios escritos desde que soy niña ¿quién los leerá? Y al leerlos, esos ojos nuevos que se enterarán de tanto y tanto, ¿se abrirán más de lo habitual o motivarán una sonrisa silenciosa en esos labios desconocidos para mí?

Y mis lectores ¿podrán en algún momento recordar un párrafo de mis escritos y así darle sentido a todo lo que viví?

Ahora… sé que tú, semana con semana, tienes ansias de encontrarte vivo en alguno de mis renglones escritos, sé que sin un lenguaje me nombras, que en la oscuridad de tus pensamientos me encuentras y ahora que estoy viva me llamas con una lealtad que solo yo entiendo y percibo en el lenguaje del silencio.

Ahora me pregunto “y, cuando yo me muera, la intensidad de nuestros encuentros ¿con quién los vivirás? La ley de la vida me grita que cuando yo me muera tú me habrás de olvidar y buscando el no morir, mis pinturas hoy serán colgadas en las paredes de tu casa y así día a día te gritarán que aún muerta estoy viva en ti para trascender, cuando yo me muera.

 

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