Rodrigo Tacla se convirtió en una bomba de relojería. En uno de los hombres más temidos por los presidentes y altos funcionarios de Latinoamérica.
A sus 44 años, este abogado conoce bien los secretos de Odebrecht, el gigante brasileño de la construcción que ha tambaleado los cimientos políticos del continente tras confirmar el pago de sobornos millonarios a Gobiernos de 12 países. Hasta 2016, Tacla trabajó como letrado del Departamento de Operaciones Estructuradas de la compañía, la hermética unidad de negocios especializada en comprar voluntades. Campañas electorales, regalos, fiestas, prostitutas… Todo valía para agasajar al político. Como contrapartida, presidentes y jefes de Estado correspondían a la firma con contratos de obra pública, principal fuente ingresos de la mayor constructora de Latinoamérica. Una mole con 168 mil empleados y tentáculos en 28 países.
El País localizó en Madrid a este abogado con nacionalidad hispano-brasileña que fue arrestado el pasado noviembre por orden de un juzgado de Curitiba, Brasil. Tras pasar 72 días en la prisión de Soto del Real -acusado de soborno, blanqueo y pertenencia a organización criminal-, se encuentra en libertad provisional. Tacla será juzgado en España y no extraditado a su país natal, Brasil.
En la entrevista, responde una pregunta sobre México, al revelar el interés de la empresa por respaldar a Emilio Lozoya, ex director de Pemex, para que alcanzara la presidencia de la República.
La justicia brasileña lo reclama por lavar presuntamente más de 12 millones de euros. Y Odebrecht sostiene que lo contrató para blanquear las comisiones ilegales. Tacla lo niega. Argumenta que solo prestó sus servicios cinco años. Y que conoció las alcantarillas de la compañía porque “evaluó riesgos” como letrado en países donde la constructora compró a políticos.
El abogado, colaborando con el Departamento de Justicia de EU y la Fiscalía Anticorrupción española, desvela las claves del mayor escándalo de América. Una bomba política que ya salpica a los presidentes Michel Temer (Brasil), Juan Manuel Santos (Colombia), o Danilo Medina (República Dominicana), y a los ex mandatarios Ollanta Humala, de Perú, o Lula da Silva, de Brasil.
¿Cómo actuaba Odebrecht?
La constructora lo arreglaba todo pagando. Repartía comisiones al funcionario más bajo de la Administración y al jefe de Estado.
¿Y cómo se aproximaba al poder?
El primer contacto se establecía en la campaña electoral. Odebrecht corría con los gastos del marketing político de los candidatos. Tenía un acuerdo con el publicitario João Santana (responsable de las exitosas campañas de los expresidentes brasileños Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff). La constructora sugería después las obras que se incluían en los planes de gobierno.
El político devolvía el favor cuando alcanzaba el poder…
Sí. El dirigente incluía en su plan de Gobierno las obras que le interesaban a Odebrecht. La constructora, en algunos casos, asesoraba a los países sobre cómo conseguir financiación a través de organismos como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
¿A cuántos funcionarios, candidatos y presidentes sobornó Odebrecht?
A más de mil. A través de la firma, cobraron desde gerentes de empresas públicas a jefes de Estado. Solo en Brasil hay 500 personas afectadas. Y existen políticos y altos funcionarios brasileños cuyos nombres todavía no han trascendido.
Odebrecht abonó en 2016 la mayor multa de la historia -dos mil 231 millones de euros- a los Gobiernos de Brasil, Suiza y EU para poder volver a presentarse a concursos públicos. La constructora reconoció con este acuerdo que desde 2001 repartió sobornos en 12 países. ¿Le consta la existencia de más Estados implicados?
Sí. Por ejemplo, la empresa desembolsó tres millones de euros en enero de 2016 al primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne. El pago se hizo a través del diplomático de este país Casroy James. El dinero buscaba que Antigua y Barbuda no comunicara a las autoridades judiciales de Brasil los movimientos en el Meinl Bank, una entidad local adquirida por Odebrecht y que se utilizó para blanquear los fondos de los sobornos.
Aunque Browne recibió tres millones, la operación le costó a Odebrecht 10.5. La mayor parte de ese dinero acabó en el bolsillo de varios directivos de la constructora y del Meinl Bank.
(Browne negó a este periódico que recibiera un soborno de Odebrecht).
¿Puede explicar cuál era la misión de ese pequeño banco de Antigua y Barbuda?
El Meinl Bank era una tapadera en ese paraíso fiscal del Caribe. Tenía solo tres empleados en una pequeña oficina. Su sede en São Paulo estaba en el consulado. Era el centro neurálgico desde el que se hacían los pagos irregulares. De ahí se transfería dinero a otros bancos como la Banca Privada de Andorra (BPA), una entidad clausurada en 2015 por corrupción. Mediante pagos internos se evitaba dejar rastro y eludir las huellas de los fondos cuando se incluye el Swift (código de transferencia internacional).
¿Cuánto gastaba la empresa al año en comisiones ilegales?
Cerca de 260 millones de euros. El dinero se movía en efectivo, a través de cuentas en paraísos fiscales y transferencias internacionales. La constructora, por seguridad, nunca pagaba en los países de origen del beneficiario. Y usaba el Meinl Bank para enviar fondos a Personas Políticamente Expuestas (PEP), que es como se denominan los cargos públicos susceptibles de cometer blanqueo. Así se hizo llegar dinero a Michelle Lasso, una persona próxima al presidente de Panamá, Juan Carlos Varela.
(Una portavoz oficial del presidente Varela manifestó a este periódico que su Gobierno ha expresado su apoyo a las investigaciones de la Fiscalía de ese país y ha hecho pública, por primera vez, las donaciones que recibió para su campaña).
¿Quién ideó el esquema de lavado de fondos?, ¿quién era el cerebro?
No hay un cerebro. Hay un banco como cerebro: el Meinl Bank de Antigua y Barbuda. El empleado del Departamento de Operaciones Estructuradas (la oficina que repartía los sobornos), Luiz Eduardo da Rocha Soares, ideó el sistema. Él fue también el responsable de la compra del Meinl Bank. Había dos directivos de la constructora que eran accionistas de esta entidad en Antigua y Barbuda sin que la empresa lo supiera.
El presidente de la firma, Marcelo Odebrecht, fue condenado a 19 años de prisión. Junto a él, otros 77 cargos de la empresa colaboraron con la Fiscalía brasileña a cambio de reducir sus penas. Odebrecht reconoció el pago de 677 millones de euros en sobornos. ¿Es correcta la cifra?
No. Un exdirectivo del Meinl Bank declaró que esta entidad movió dos mil 200 millones de euros. Y este banco trabajaba en exclusiva para Odebrecht. No tenía clientes normales.
¿Por qué Odebrecht aceptó un acuerdo que suponía un reconocimiento de culpabilidad?
Porque existía mucha presión de los empleados. Si los directivos no hubieran accedido al acuerdo, los trabajadores lo habrían hecho individualmente. Y la empresa no habría controlado el proceso.
¿Se pagaron sobornos en especie?
Sí. Odebrecht intentó en 2014 regalarle un avión al expresidente de Panamá Ricardo Martinelli. El político lo rechazó. La constructora quería quedar bien con Martinelli y con el candidato de su partido (el oficialista Cambio Democrático) que concurría a las elecciones generales de 2014, José Domingo Arias, Mimito.
Odebrecht también organizaba fiestas. Y enviaba mujeres desde Brasil a celebraciones con políticos en Panamá y República Dominicana. Era la forma de la constructora de expresar su agradecimiento. Aunque luego eso también se convertía en un chantaje…
¿Se hacían fotos en esas fiestas?
Sí. Y se guardaban. El responsable de Odebrecht en Panamá, André Rabello,sabía cómo utilizar esas fotos. Rabello también manejaba información sobre las esposas y las relaciones extraconyugales de los políticos panameños. La constructora hacía regalos a sus mujeres.
¿Odebrecht sabía que las esposas y amantes de los dirigentes recibían sobornos?
Sí. La constructora arreglaba la vida financiera de las esposas de los políticos. Sobre todo de las exesposas.
En Brasil, Odebrecht reconoció el pago de 303 millones de euros en sobornos para recibir contratos de obras por valor de mil 600 millones durante las presidencias de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff…
La cantidad fue mucho mayor. Se desembolsaban 130 millones de euros al año en comisiones. El dinero se entregaba en efectivo y por transferencias. Cobraba hasta el conserje. Los sobornos salpicaron a todos los partidos. De derecha, izquierda… De Gobierno, oposición,… Y no hay solo políticos entre los beneficiados… La empresa apostaba. Por ejemplo, en la pugna entre Lula y Dilma, Odebrecht preferió a Lula.
(La Fiscalía General de Ecuador ordenó la detención de Mosquera en abril de 2017 por recibir presuntamente sobornos de Odebrecht).
¿Qué nos puede decir de México?
Pues que Odebrecht creía que el presidente de México iba a ser el exdirector general de la petrolera estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya Austin. Y le gustaba esa idea. La constructora tenía mucho interés en Lozoya.
¿Cree que altos funcionarios y gobernantes de Latinoamérica temen su confesión?
Sin duda. Mi testimonio puede afectar a muchas personas poderosas en el mundo.