Eryx Elizarraraz tiene 8 años, pero se desenvuelve como un científico cuando explica sus pasiones académicas: la teoría del caos, los fractales y la geometría euclidiana.
Esos temas no los cursa un alumno de primaria; pero él los estudia y entiende porque es sobredotado o, como le llaman comúnmente: un niño genio.
“Me gusta ser sobredotado porque avanzo más rápido que en otras escuelas”, comparte en entrevista.
Habla deprisa, no para de moverse mientras cuenta que desea ser neurocirujano joven.
“Lo normal es estudiar la universidad a los 18 años, pero nosotros (los sobredotados) podemos desde los 12. A mí me gustaría empezar a los 10 para ser un médico joven y no aburrirme a los 20”, narra.
El niño acude al Centro de Atención al Talento (Cedat), una institución dedicada a diagnosticar a niños sobredotados y a brindarles atención psicoeducativa que esté a su nivel de aprendizaje.
Ahí, Eryx estudia a un paso acelerado, cursa materias de mayor dificultad y, por eso, sus sueños no parecen imposibles: terminará la primaria, secundaria y hasta la preparatoria unos años antes que los niños promedio.
Andrew Almazán, director de psicología e investigación del Cedat, explica que para ser considerado más inteligente que el promedio se requiere obtener, por lo menos, 130 puntos en los exámenes que miden la inteligencia, los cuales deben ser aplicados únicamente por psicólogos certificados.
De 2010 a la fecha, subraya, en el Cedat han detectado 7 mil niños mexicanos sobredotados, de los cuales, actualmente 300 estudian con ellos.
Considerado también un niño genio porque a los 14 años tenía un coeficiente intelectual de 162, Almazán terminó la universidad a los 16 años y ahora, a sus 22, cuenta con un doctorado y está certificado por la Universidad de Harvard en innovación educativa y diagnóstico de TDAH.
Señala que los niños, genios o no, deben ser impulsados para aprovechar todo su potencial.
 

Entre la genética y el estímulo
Dafne es la psicóloga más joven del mundo y la universitaria más pequeña de México.
Terminó la primaria en un año. Comenzó a estudiar la secundaria a los 7 de edad, la preparatoria a los 8, la universidad a los 10 y, a los 13 años, ya era licenciada en psicología.
Ahora que tiene 15 años estudia una maestría en educación en el Tecnológico de Monterrey.
Cuando la termine, en diciembre de este año, desea continuar con un doctorado.
Terminar un grado académico antes de lo establecido en los programas educativos, explica Dafne, no significa saltarse contenidos: literal, aprendió todo en menos tiempo, porque su cerebro es capaz de retener y comprender mucha más información.
Aunque parece una tarea abrumadora para una niña, Dafne asegura que no es difícil, pues le gusta estudiar y, además, hace otras actividades que le ayudan a no estresarse.
“Hay que tener organizados los tiempos porque el niño sobredotado no está encerrado estudiando todo el día, también tiene otro tipo de actividades: físicas, artísticas, los idiomas.
“Se necesita buena organización para que pueda haber una estabilidad emocional”, dice en entrevista.
Después de sus actividades del día, detalla, juega o socializa con otros adolescentes de su edad.
Tanto ella como sus dos hermanos han sido considerados niños genios. En su caso, la sobredotación viene de familia.
Aunque el nivel de inteligencia está determinado por la genética, plantea el psicólogo Andrew Almazán, el entorno y la calidad de la educación influyen en el desarrollo o deterioro de las habilidades cognitivas.
“La inteligencia cambia con el tiempo, disminuye si no se usa. Es, prácticamente, un 50 por ciento genética y otro 50 ambiental”, sostiene.
Por eso, afirma, es necesario que un niño sobredotado reciba educación especial avanzada desde pequeño para que pueda mantener su inteligencia biológica.
Pero los niños promedio no deben quedarse atrás. A fin de que desarrollen también sus capacidades, recomienda a los padres prestar atención a sus intereses y ayudarlos a realizarlos: si les gusta la música, que aprendan, que estudien idiomas, lo que les apasione.
“Sí se nace con la genética, que es indispensable, pero no garantiza. Se requiere la estimulación cognitiva que hace que estos genes puedan desarrollar todo su potencial”, apunta.
Esto es tan importante, insiste, porque el 96 por ciento de los niños sobredotados que nacen en México se vuelve promedio en la adultez porque no estimulan su inteligencia.
En cambio, un menor que recibe una educación de calidad puede ganar hasta 6 puntos más de inteligencia, asegura.
“Lo más importante es que esa inteligencia se haga más eficiente: pueden mejorar su capacidad de razonamiento, su capacidad crítica, es muy distinto a volverse sobredotado, pero sí les puede ir bien si la educación mejora”.
 

Apoya su inteligencia
La idea de que la inteligencia está dada por la herencia familiar y por el entorno la comparte también el neurofisiólogo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Fabián Galindo Ramírez.
Lo único que tal vez diferencie a un niño sobredotado de uno promedio es que sus neuronas realizan un proceso de comunicación intercelular más eficiente, lo que les permite aprender con mayor facilidad y rapidez, explica.
Sin embargo, ambos niños requieren una buena educación básica, subraya, y entre más temprano la reciban será mejor.
Esto es así porque el cerebro funciona con estímulos y su eficiencia es maleable, es decir, puede cambiar con el tiempo. A ese proceso se le llama plasticidad cerebral o plasticidad sináptica, expone.
“Quiere decir que si yo estoy insistiendo o, entrenando una actividad en particular, se van a fortalecer las vías neuronales que están participando para desarrollar esta actividad.
“Incluso se van a generar nuevos contactos, de tal forma que se vuelva muy eficiente este sistema cerebral (…) mientras que, si yo dejo de estar estimulando, esto empieza a degenerarse”.
Por eso, reitera, es importante que a los niños, desde muy pequeños, se les llene de estímulos para potencializar su conectividad sináptica.
Hacer actividades que conecten diferentes zonas cerebrales de manera frecuente, estimula al cerebro.
“Estas constantes repeticiones van a permitir que la información viaje más rápido, que la velocidad de respuesta sea mayor y que se puedan generar más rápido los aprendizajes y más complejos”, agrega la neuropsicóloga por la UNAM Irasema Ortega.
Se calcula que los primeros 16 años de vida son fundamentales para que una persona potencie toda su inteligencia biológica porque en ese tiempo el cerebro está en proceso de madurez.
 

¿Cuánto estudiar?
Antes de cumplir un año, Érick Reyes fue diagnosticado como niño sobredotado.
“A los 10 o a los 9 meses, cuando era bebé, ya me sabía todos los estados y capitales de Estados Unidos en inglés, me sabía los colores en orden, los números, todo”, asegura orgulloso.
Ahora que tiene 8 años y acude al Cedat, estudia matemáticas avanzadas, ciencias y explica el porqué un tren rápido puede avanzar grandes distancias en poco tiempo.
Aunque pareciera mucha información para un niño, Érick se dice contento.
“Me gusta porque es como ser así maduro, trabajador, bien portado”, sostiene.
Para que un niño aprenda, sea sobredotado o no, es necesario no cargarlo de trabajo, pero tampoco limitar sus capacidades, coinciden especialistas.
En ambos casos, destaca el psicólogo Andrew Almazán, es importante no obligar a los pequeños, sino permitirles opinar y no llenarlos de actividades académicas extra que no quieren o no pueden cumplir.
“Hay que determinar hasta dónde podemos llegar con el niño. Hay niños de 12 años que ya están listos para entrar a la universidad, porque su edad mental ya parece de 18 años”, dice.
El punto importante es que los menores encuentren espacios donde desarrollarse en todo sentido: académica y artísticamente, pero que también tengan tiempo de realizar actividades recreativas y de entretenimiento.
Jugar es fundamental para el cerebro, agrega el neurofisiólogo Fabián Galindo, por lo que no debe restringirse.
“El juego en los niños es la mejor cosa que puedes tener. Echan a andar su imaginación, desarrollan habilidades psicomotrices y todo eso es reflejo de que en el cerebro se están estableciendo conexiones”, afirma.
Los niños tienen una habilidad para aprender mayor que los adultos. Si un tema les interesa, la neuropsicóloga Ortega recomienda a los padres acercar ese conocimiento a sus hijos.
No es necesario agobiarlos ni cansarlos ni exigirles como si fueran adultos, pero sí fomentar su curiosidad, una de las mejores técnicas para estimular el cerebro, dice.

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Se estima que en México hay un niño sobredotado por cada 33 habitantes, es decir, uno por cada salón de clases, pero no lo saben.
Si con este perfil de un niño genio sospechas que tu hijo podría serlo, los especialistas recomiendan hacerle las pruebas de inteligencia y no quedarse con dudas. Se puede hacer desde los 2 años.

Características:
-Precoces neurológicamente: aprenden a caminar antes, hablan antes, su vocabulario es más avanzado.
-Preguntan por todo.
-Se interesan por temas atípicos o complejos para su edad.
-Pueden presentar hiperactividad, la cual disminuye al hacer una tarea de interés para el niño.
-Aprendizaje rápido.
-Pueden aprender, incluso, sin prestar atención.
-Distraído con actividades que no le generan demanda.
-Baja tolerancia a la frustración.

Fuente: Investigación “Perfil del Sobredotado” realizada en el Cedat.
Estimula su inteligencia
Estas actividades sencillas ayudan a cualquier niño a potenciar su inteligencia:
-Ejercicios mentales: hacer cuentas, ajedrez, todo lo que implica planeación.
-Jugar.
-Investigar cosas que les interesen.
-Aprender habilidades nuevas: otro idioma, a tocar un instrumento.
-Leer y exponer qué se comprendió.
-Aplicar en la vida cotidiana lo que aprende el niño.
-Escribir historias: “la escritura es uno de los procesos más complejos a nivel neurológico porque se utiliza todo el cerebro”, asegura la neuropsicóloga Irasema Ortega.
-Estudiar música.

Fuente: Irasema Ortega, neuropsicóloga por la UNAM, y Fabián Galindo Ramírez, neurofisiólogo de la BUAP.

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