Ni el mismo Javier Luis Torrente sabe a ciencia cierta si ayer fue su última aparición en la banca del estadio Nou Camp, pero al menos esta vez dejó claro que se quiere quedar por un rato más.
Torrente vivió entre la tensión y la pasión el juego de su Fiera ante Cruz Azul.
Y cómo no hacerlo, si durante la semana, afición y prensa cuestionaron su continuidad en el timón.
Torrente tuvo mayor diálogo con sus jugadores y también repartió gritos al cuerpo arbitral.
Enfrentó al juez de línea al señalar un fuera de lugar a Mauro Boselli cuando parecía una ocasión de gol para el “Matador”. También le pegó un patadón a una silla de la banca cuando el propio Boselli mandó un remate al travesaño y sobre el final, se llevó la mano a la cabeza cuando Mauro mandó su cabezazo por encima de la portería.
En los goles en contra, la desilusión fue notoria, con manos extendidas pedía una explicación a su defensa, para luego platicar con su cuerpo técnico sobre las fallas puntuales de su equipo.
Pero no todo fue sufrimiento para el estratega felino. Pudo festejar el primer gol en casa del torneo con gran enjundia. De hecho en su celebración hizo tambalear el ‘carrito de las asistencias’ debido a la euforia con la que recibió el empate parcial a un gol.
El gol del empate de último minuto, lo llevó a dar los gritos más intensos de todo el partido, pero no por el festejo, sino para alinear a su escuadra y pedir la mayor de las concentraciones.