El edificio más viejo de la Antártida guardaba una curiosidad sorprendentemente bien conservada: un bizcocho de frutas horneado hace un siglo que, gracias al frío extremo del Polo Sur, estaba “casi comestible”. Un equipo de restauradores neozelandeses ha encontrado el postre dentro de una lata, probablemente llevada por el británico Robert Falcon Scott en la expedición de Terra Nova, realizada entre 1910 y 1913.

La lata, de la marca de pastelería británica Huntley & Palmers, fue sometida a un proceso de remoción de óxido, estabilización química, desacidificación de la envoltura de estaño y reparación de la envoltura de papel. Lo llamativo fue que al llegar al contenido, los investigadores se encontraron con que el bizcocho “se veía y olía (casi) comestible”, según ha informado el Fideicomiso del Patrimonio Antártico (Antartic Heritage Trust), la fundación responsable de las restauraciones.

“Encontrar un bizcocho tan perfectamente conservado entre un puñado de latas corroídas y sin identificar fue una sorpresa. Es un alimento con alto contenido de energía, ideal para las condiciones antárticas, y sigue siendo uno de los elementos favoritos en los actuales viajes a lugares de hielo”, ha dicho Lizzie Meek, directora del proyecto que encontró el postre.

 

 

El equipo de restauradores trabaja desde hace un año buscando artefactos en Cabo Adare, la zona de la Antártida más cercana a Nueva Zelanda. Ahí se ubica el edificio más antiguo del continente, una cabaña construida en 1899 y utilizada después por el equipo de Scott. El explorador intentaba ser el primero en alcanzar el punto exacto del polo sur, pero llegó el 17 de enero de 1912, 35 días después que el noruego Roald Amundsen. La expedición Terra Nova tuvo un trágico final, ya que los cinco miembros murieron cuando regresaban a su base.

El Fideicomiso del Patrimonio Antártico ha restaurado varias cabañas de la región y los artefactos que encontraron en ellas, a los que ahora se suma el bizcocho de frutas encontrado. La fundación cree que este trabajo puede atraer más visitantes a la Antártida, que está creciendo como destino turístico, según la revista National Geographic.

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