‘El Cuervo’ y ‘Ángel y Demonio’ intercambian golpes en un humilde cuadrilátero en Tlanepantla, en la Ciudad de México. Se trata de una función de lucha libre extrema, ante apenas unos cientos de aficionados.

Trasn golpearse sin fuerza, ‘Ángel y Demonio’ deja el escenario y vuelve con un par de enormes ladrillos. Con ayuda del referee, los pone en el ring y deja que El Cuevo baje del escenario, aparentemente para sacar una mesa de debajo del cuadrilátero.

De pronto, sin aviso y sin miramientos, ‘Ángel y Demonio’ le lanza un enorme tabique en la cabeza al Cuervo, quien estaba de espaldas. El luchador, sangrando, queda tendido junto al ring. “A como yo lo veo, él me dio 10 sillazos y yo un tabicazo… estamos bien”, declaró luego el luchador rudo, sin remordimientos.

Hoy El Cuervo sigue grave, hospitalizado por un traumatismo en el cabeza, mientras que su rival está suspendido por la Comisión de Box y Lucha de la capital. Pero se trata sólo del caso más reciente de un “accidente” en la lucha extrema, una actividad con peligros cotidianos.

Seguidores y enemigos

Esta actividad nació como una modernización de la lucha libre tradicional. A falta de grandes figuras, los empresarios idearon formas de hacer el espectáculo más atractivo. Ya no bastaban las bolsas con pintura roja, para simular sangrados, sino que necesitaban que sus luchadores vivieran un peligro real, todo para emocionar a los fanáticos.

“A mí, la lucha de antaño me gustaba más. La que se hace a ras de lona es un espectáculo que la gente actual no sabe disfrutar. Era diferente”, señala El Hijo del Santo, en una entrevista con el diario la Jornada. “Ahora la lucha, tristemente, siento que está muy comercializada por la televisión. Usaré una palabra un poquito fuerte, pero siento que lamentablemente está muy prostituida y esto no es ninguna mentira”, añade.

Los defensores de esta actividad, argumentan que sólo hacen lo que pide la afición. Son ellos, los fanáticos, quienes aplauden cuando los luchadores se lanzan sobre mesas ardientes, se golpean con ladrillos, sillas, tubos o lámparas tipo plafón. Otros luchadores llegan a clavarse palillos de madera en la cabeza o a lanzarse sobre camas con púas.

Muchas veces, la sangre es real, aunque eso no detiene la actividad, cada vez más de moda.

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