Bajo un sol candente, Tereza Ferreira Nascimento escarbaba en el lodo con herramientas de jardinería en busca de su hermano Paulo Giovane dos Santos, resignada a la realidad de que probablemente estaba muerto seis días después del desplome de una presa que liberó un torrente de desechos.

A medida que continúan las labores de búsqueda y rescate, las autoridades intentan retardar el torrente de barro rojizo con altas concentraciones de óxido de hierro que baja por un riacho y amenaza con contaminar un río mucho más grande que provee de agua potable a poblaciones de cinco estados.

Tras el colapso de la presa de la mina propiedad de la empresa minera Vale, un mar de lodo cubrió varias zonas de la ciudad de Brumadinho, en el sureste de Brasil. Hasta el momento se ha confirmado la muerte de 84 personas y 276 desaparecidas.

Podrían pasar días o semanas antes de que se hallen muchos de los cuerpos, ya que el barro tiene metros de profundidad. Los bomberos deben trabajar con cuidado para no quedar atrapados.

Estrategia de las autoridades

Las autoridades se concentran en la represa hidroeléctrica Retiro Baixo, a unos 300 kilómetros de Brumadinho. Las autoridades y los ambientalistas esperan que los embalses de la represa permitan aislar el fango antes de que el agua, ya limpia, continúe río abajo hacia el río Sao Francisco.

Los técnicos de Furnas, la empresa que opera el dique, han determinado que los desperdicios no causarán daños estructurales, dijo la compañía en un comunicado.

El agua fangosa y los desechos, que se desplazan a un kilómetro por hora, previsiblemente llegarán a la represa entre el 5 y el 10 de febrero, según el Servicio Geológico de Brasil. Añadió que los desperdicios estaban destruyendo la vegetación y la vida fluvial.

En la comunidad indígena de Pataxco, próxima al río Paraopeba, podían verse peces muertos y restos como sandalias de plástico en la orilla.

Los esfuerzos para limpiar los daños medioambientales causados por ese incidente siguen en marcha, y Machado Torres dijo que reparar los causados por el accidente del viernes supondrá “un gran esfuerzo para recuperar cualquier tipo de vida”.

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