A ritmo de cumbia y canciones rancheras, Alejandro Barrera dice que su lucha es justa, que ni los incandescentes rayos de sol ni los borrachos que por la noche pasan azuzando a sus compañeros, van a provocar que desistan en su movimiento.

‘Alex’, como mejor lo conocen sus colegas, es huelguista y forma parte de los mil 436 agremiados al Sindicato de Pachuca que desde el pasado 18 de febrero emprendieron un paro de labores que hoy suma cuatro días.

Bajo la lona negra que, por lo rota y descolorida que está parece gris, el trabajador que pertenece al área de limpias del ayuntamiento capitalino se guarece de los rayos del sol.

Ya pasa del mediodía, pero Alex apenas comienza su turno que culminará al filo de las diez de la noche, cuando cuatro huelguistas más lleguen a relevarlo.

Con los brazos cruzados y recargado sobre una camioneta blanca que en su interior contiene cobijas, botellas de agua y sillas plegables, el trabajador cuenta que parece que las horas pasan lento, muy despacio, tanto, que la música es lo único que lo distrae.

Por eso llevó una pequeña bocina que colocó al ras de la banqueta, justo afuera de la Casa de la Cultura de Pachuca, inmueble adornado con una enorme bandera de tonalidades rojas y negras que representan que en Pachuca, hay huelga.

Aunque Alejandro dice que el ruido y las canciones de su aparato musical que se resuenan en la calle Miguel Ramos Arizpe de la capital hidalguense, no es lo que llama la atención de los transeúntes.

Sino que las miradas “despectivas” provienen de aquellos que pasan y los observan de “reojo”, sin preguntar el motivo de la clausura de la dependencia del ayuntamiento.

“Quizá piensan que no trabajamos”, contó el hombre de estatura pequeña que, quizá, apenas pasa el metro con 60 centímetros, flaco, de tez morena y peculiar bigote sobre su rostro, ojos pequeños, joven.

Lo que no saben las personas que caminan, que van y vienen sobre las calles de la capital hidalguense, es que Alejandro Barrera es un huelguista que busca mejoras laborales y que no la pasa bien, “que hace frío en las noches, que para comer es difícil”.

Para encontrar un sanitario por el día es sencillo porque los huelguistas se trasladan a los mercados del Centro Histórico. Lo complicado es en la noche, por lo que Alex cuenta que “hasta el estómago debe acostumbrarse” a la huelga.

“Son riesgos los que uno corre en la noche por los que caminan pasados de copas, es un poco pesado, pero nosotros aguantamos, no podemos ni queremos echarnos para atrás”.

Pero Alejandro dejó claro que en su caso las inclemencias del tiempo, sea frío o calor, las ha sobrellevado perfectamente, ya que las dificultades de la huelga las comparó con las actividades de limpia que como trabajador de la alcaldía inicia entre las dos o tres de la mañana.

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