Como un hombre piadoso, empático, movido, amoroso, musical, feliz, entregado, con una fe plena en Cristo, querido y admirado no sólo por su familia, sino también por sus amigos, alumnos, ex alumnos y por toda la gente a quien tocó en su paso por esta vida, es como será recordado el padre José de Jesús Hernández Godínez o “padre Chucho”, como cariñosamente se le conocía. 

El querido sacerdote nunca dejó de oficiar. Foto: Cortesía Rocío Torres.

Nacido el 2 de enero de 1947 en Guadalajara, Jalisco, fue uno de los 10 hijos de Carlos Hernández y María Godínez. Muy pronto, Jesús encontró su vocación y el 14 de agosto de 1964 ingresó al noviciado.

El padre Chucho siguió visitando León hasta sus últimos días. Foto: Cortesía Rocío Torres.

Como parte de su formación, colaboró en el magisterio del Instituto Lux de León entre 1971 y 1973, donde dejó una gran huella en los estudiantes a los que instruyó.

En el año de 1982, el querido padre Chucho fue enviado a Tampico, donde también terminaría su formación sacerdotal jesuita. 

El párroco escribió en sus memorias: “Me gradué en 1987 en la ciudad de Tampico y como sacerdote el 17 de octubre del mismo año”, inició. 

“Cuando el Señor me ordenó, me propuse nunca decir ‘no’ a las necesidades sacerdotales que me pidieran y que gracias a Dios lo pude hacer con los enfermos, moribundos, celebraciones y consultas de problemas familiares y empatía con los padres y madres de familia”, recordó.

En el Instituto Cultural Tampico dio clases en secundaria y bachillerato y a través de ello se dio cuenta de la necesidad, pero también del entusiasmo, por recibir el evangelio y el cariño de Dios que tenían tanto los estudiantes como los padres de familia.

Años más tarde el párroco se sintió adoptado por León. Aún cuando perdió la vista a causa del glaucoma y fue enviado a la enfermería Jesuita en Coyoacán, hace 10 años, el sacerdote solicitó permiso para visitar esta ciudad una semana cada mes y así poder dar auxilio a quienes lo necesitaran, especialmente a grupos obreros.

El párroco se propuso a nunca decir “no” a las necesidades sacerdotales que le solicitaran. Foto: Cortesía Rocío Torres. 

En sus visitas, el clérigo era cuidado por su querida amiga, Rocío Torres, quien fue sus ojos estos últimos años y lo ayudó a continuar haciendo todas sus actividades, cosa que a él le encantaba, pues nunca dejó de trabajar. 

Rocío, quien lo acompañó hasta el último momento, lo recuerda como “Amante de la ópera, le gustaba cantar, tenía una voz maravillosa, tocaba la guitarra y además tenía un carácter muy empático y agradable”. 

 Descanse en paz, padre Jesús. Foto: Cortesía Rocío Torres.

El padre José de Jesús falleció el pasado 25 de septiembre en su natal Guadalajara, a causa de una repentina falla cardiaca. Su misa de cuerpo presente fue oficiada por el provincial jesuita Luis Gerardo Moro Madrid en la Capilla de Villa María y sus cenizas descansan en Puente Grande, una casa de oración jesuita.

El pasado martes 4 de octubre, el Instituto Lux ofreció una misa en memoria del querido sacerdote, donde se congregaron personas que lo conocieron desde los años 70, demostrando que el tiempo jamás borró el cariño que el padre Chucho sembró en el corazón de sus alumnos y conocidos.  

 

El padre Chucho fue un sacerdote jesuita muy querido y admirado. Foto: Cortesía Rocío Torres.

El padre Chucho fue un sacerdote jesuita muy querido y admirado. Foto: Cortesía Rocío Torres.

El padre Chucho fue un sacerdote jesuita muy querido y admirado. Foto: Cortesía Rocío Torres.

El padre Chucho fue un sacerdote jesuita muy querido y admirado. Foto: Cortesía Rocío Torres.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *