En un bello jardín sonaba una hermosa melodía, un colibrí fue hechizado por esta música celestial y ya no pudo volar.

Un malvado mago lo atrapó de esta manera y lo puso en una jaula de oro, le daba la mejor comida y agua de la fuente encantada para que sus alas brillaran más, pero el pobre colibrí sólo soñaba en ser libre otra vez.

El mago tenía un enorme castillo y cosas de mucho valor, lujos y dinero pero el corazón vacío de amor; sólo quería tener al colibrí para lucirlo y presumir que él era su dueño. Pero todos sabemos que los colibríes en cautiverio terminan muriendo.

En la torre del castillo el malvado hechicero tenía encerrada también a una bella princesa, la cual poseía una voz angelical. Un día la princesa se asomó por la ventana y al ver al colibrí le preguntó que por qué estaba encerrado en esa jaula de oro, el colibrí le contestó que el mago lo había hechizado con una música muy bella para atraparlo y finalmente encerrarlo en esa jaula de oro. La princesa le contó que a ella la había capturado de la misma manera, sólo porque deseaba contemplar su belleza y escuchar constantemente su voz.

La princesa le pidió al colibrí que ya no estuviera triste, le dijo que le ayudaría a salir ya que su voz, seguramente, conseguiría abrir la puerta de su jaula.

-¿De veras? –preguntó el ave sorprendida.

-Sí, pero prométeme que serás libre y que nunca te volverás a dejar atrapar.

-Te lo prometo princesa.

La princesa cantó como nunca, entonces la puerta de la jaula se abrió, el colibrí quedó libre, pero antes de irse quiso liberar a su amiga a pesar de que ella le pedía que se fuera antes de que el mago se diera cuenta  y lo volviera a capturar. Pero el ave le contestó que de ninguna manera la dejaría encerrada en esa torre y volando hasta allá tocó con su pico los barrotes de hierro de la ventana, que al instante desaparecieron dejando a la princesa libre. Ésta, bajó por una enredadera y al pisar el jardín miró al colibrí sorprendida:

-¡Tú también tienes poderes y valor!

Ambos huyeron permaneciendo siempre unidos. Finalmente habían aprendido que no hay barreras ni muros capaces de detener a quien conserva sus valores y encuentra la amistad. Esto fue lo que les permitió descubrir sus propios poderes, y algo muy valioso: el amor a los demás… ¡La unión hace la fuerza!

Dedicado a dos mujeres valientes ¡y extraordinarias!

La Doctora Elisa Larios Monroy es Académica Asociada en la Academia Guanajuatense de Literatura Moderna, si tú escribes o eres historiador, la Academia es para ti. 

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