Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia.
José Saramago

Justo a tres semanas después del inmediato recorrido del Papa Francisco, el recuerdo perceptible del evento se sostiene mediante los carteles desplegados a lo largo y ancho de algunas avenidas principales de Ciudad Juárez; en donde se nos presenta  la imagen de un líder religioso jocoso, sonriente y carismático. También su presencia por esta frontera se puede evidenciar por la construcción de un templete a cielo abierto, ubicado en una de las calles principales de la ciudad, que conecta con el puente internacional y cruza el mítico rio bravo, enlazando ambas fronteras territoriales, y en donde tengo entendido, dio un discurso público el 17 de Febrero del 2016. No sé si verlo como una metáfora del oportunismo y de la ignorancia, el hecho es que el Río Bravo está dividido en dos partes, el lado Mexicano y el de Estados Unidos; y como una pesada loza que seguimos sosteniendo, la parte que le corresponde a México está seca, pálida y sin carácter y la de Estados Unidos fluye un hilo de agua constante y con potencia. Y respecto al templete que construyeron al aire libre mediante inversión pública, me resulta una muestra evidente de que las instancias gubernamentales no tienen una postura laica y sin preferencias ideológicas, muy al contrario, muestran un papel ambiguo e inconsistente.
Lo intuyo, quizá ando algo fastidiado y la imagen del Leviatán relacionada con Ciudad Juárez se me difumina. Quizá exagere pero esta ciudad no se deja atrapar, por más que mencionemos a la industria maquiladora, el narcotráfico, los feminicidios, la empresarios acaudalados, la ubicación geográfica, el hecho de ser frontera con Estados Unidos, la histórica recepción del Papa Francisco y demás ingredientes que reúne la ciudad, no se deja atrapar. Quizá estoy en una especie de espejismo, en un laberinto, en un garabato, en un túnel sin salida, en un desierto maquilador habitado por fantasmas. Intuyo que no soy el único en sentir la sensación de habitar en un laboratorio de experimentos industriales, migratorios, económicos y culturales. ¿Qué estoy haciendo en esta ciudad? Todavía me lo sigo preguntando, mientras los márgenes de la ciudad crecen de forma irregular y constante, se llenan de habitantes, de maquiladoras con bodegones enormes, oxxos, supermercados, terrenos baldíos, Yonkes en donde se consiguen partes de automóviles; últimamente, la frontera se está inundando de farmacias. Algo turbio se está cocinando mundialmente con la abrumadora presencia sistemática de las farmacias, en cada esquina está brotando una. Y alguien me podría preguntar ¿No consideras que esos fenómenos de crecimiento poblacional y la presencia de oxxos, supermercados y farmacias se está llevando a cabo en muchas ciudades de diversos países? Efectivamente, es un fenómeno global producido por el sistema capitalista y neoliberal; sin embargo, ¿de qué manera está repercutiendo en nuestra existencia individual y social?  ¿Qué repercusiones tienen en la psique de los niños, que al no tener referencias del pasado, todos estos fenómenos les pueden resultar cotidianos y “normales”?   
Nuestras memorias colectivas están despostilladas, fragmentadas. La identidad individual y colectiva pueden tornarse borrosas, frágiles y presas fáciles de la seducción del mercado utilitarista. Narrar nuestra propia historia, contarla, es una manera de recordar, experimentar sensaciones, de compartir la percepción individual inserta en la colectiva y de tomar conciencia histórica y  autobiográfica. ¿A dónde voy con todo esto? En eso ando, en la búsqueda de esta ciudad de sombras, imágenes, recuerdos y memorias.    
Continuará…  

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