Don Fermín estaba realizando un recorrido de rutina alrededor de su sembradío de café cuando llegó su hijo Hilario a quien no veía desde hace seis meses porque decidió alistarse en la Fuerza Armada de México…
-Vengo a despedirme papá, nos mandaron al combate, la mitad de las fuerza ya salió y a los demás nos dieron oportunidad de despedirnos.
-¿Y es una obligación que vayas?
-Si papá, la indicación llegó ayer apenas y con carácter de urgente, atacaron el cuartel general y nadie lo previó, ni siquiera para eso estamos preparados y es muy probable que nos manden apoyo del norte.
-¿O sea que los están mandando a la guerra sin fusil hijo?
-En realidad hasta ahora solo habíamos hecho entrenamiento de campo con métodos arcaicos, nuestra única práctica era localizar sembradíos de drogas, ayudar en desastres naturales y deshacer manifestaciones, siempre a la orden de nuestro mando supremo.
–No sé que decir en un momento como este Hilario, te deseo mucha suerte y que Dios te cuide mucho, estoy seguro que regresarás a salvo a casa cuando todo termine.
-Gracias papá, aunque si te soy sincero lo único que me reconforta en estos momentos es que por primera ocasión lucharemos contra un país lejano, hasta ahora solo nos habíamos enfrentado a otros mexicanos; maestros, estudiantes, trabajadores y grupos protestantes en general, solo ocasionalmente contra narcotraficantes y de alguna manera eso en el fondo nunca me tuvo convencido por completo y siempre fue relativamente fácil y rápido, esta vez no sé cuanto vaya a durar, ni siquiera sé si regrese.
-Sé que regresarás, tú siempre has sido muy fuerte e inteligente pero si por algún motivo Dios te necesita junto a él, siempre estarás en mis pensamientos y en mi corazón. Escríbeme y si puedes llámame, lucha por tu país que al final eso fue lo que siempre quisiste, servir a la patria, esta es tu oportunidad y se que obtendrán la victoria y que esto traerá cambios positivos para toda la nación.
Hilario se marchó, en la Armada lo esperaban a él y a otros 150,000 mexicanos con quienes saldría rumbo al oriente medio, a un lugar desconocido y para eso no estaban preparados, sabía que no regresaría y que no era por falta de valor o capacidad, era porque los mandaban a perder, a morir en las manos de un país que había nacido para combatir, hacia un país que tiene inversión en armamento y tecnología bélica y que por otra parte el apoyo del norte llegaría demasiado tarde, porque todo estaba planeado así, desde el ataque a la base hasta la alianza con el sur.
Sergio Quintero es académico asociado en la Academia Guanajuatense de Literatura Moderna, si tú escribes o eres historiador, la Academia es para ti.