La locura creativa, lúcida y llena de experiencias vitales es un portento de ideas, un bastión para que la imaginación recline sus visiones y éstas se expandan hacia dimensiones de lo infinito. Miguel juega, ríe, narra su intimidad, arroga retos, piensa las dimensiones, el infinito, la superación del tiempo y la eternidad. Se permite compartir revelaciones de mundos posibles, dimensiones dentro de este mundo, historias de magos, brujos, pensadores, músicos, entes del inframundo, conjuros y toda una gama de experiencias con diversos personajes de la elite política, cultural y económica de México. El lunes de esta semana pasé a visitar a Miguel, le debía 50 pesos por unos libros que me había llevado, aproveché que andaba por su mansión y arribé a ella. Con ese ser o ente nunca se sabe lo que va a pasar, puede andar sumamente alterado, con los nervios de punta y la boca muy suelta y mandarte al carajo. O puedes entrar a su singular nicho en el que pernocta y encontrarlo bien cuajado en las dimensiones de los sueños. Miguel habita en una casa grande, elegante, de esas casas aristócratas de los años 40 o 50 del siglo pasado que cuentan con un extenso patio, cuartos para la caballería, piscina, cuartos para los empleados, chimenea, una escalera con un estilo arquitectónico de linaje, mosaico, suelo de duela etc. Con Miguel nunca se sabe, como todo ser sensible o extraterrestre, es complejo e invariable; sin embargo, yo he afianzado una curiosa amistad con él, siempre me han atraído las personas auteénticas, singulares y con dignidad y humor, me adhiero a ellos o a ellas, como la mugre que se queda inserta en las uñas. 
Observé que Miguel lucía bastante bien, con un pantalón caqui, camisa de cuadros rojos y blancos, lo saludé y me invitó a pasar a su mansión librería, caminamos un poco alrededor de una serie de cuartos en donde reposan los libros al ras del suelo. Me invitó a sentarme para iniciar un extenso, cuántico y misterioso diálogo. Él orgánicamente se sentó en la silla que estaba enfrente de esa mesa en la que posaban unos cuantos libros, un objeto que parecía una especie de lupa hecho de un vidrio duro y áspero que permanecía en medio de esa mesa. Súbitamente, Miguel observó fijamente mi rostro y me dijo con asombro ¿Quién te pegó Jeremías, quién te pegó y reventó el labio superior?  ¿Dime quién o quiénes fueron los que te pegaron? Su rostro se encolerizo y dijo: Eso no se le hace a un amigo mío, no se le hace eso ¿Dime quién te pegó para enviarle inmediatamente un conjuro? Yo simplemente lo observaba con curiosidad y quietud. No pude evitarlo, tuve una sensación reconfortante, Miguel, con sinceridad, carácter y coraje, me incluía en su misterioso, intrincado y complejo mundo de amistades, esa había sido la mejor parte de haber recibido un cobarde y tremendo puñetazo la noche del sábado 23 de Abril del 2016, el cual me abrió y reventó una parte de mi labio superior. 
Fue una noche inquieta en donde la oscuridad del cielo reinaba en la tierra, la luna estaba resplandeciente y en la constelación zodiacal, entraba Tauro, mi signo zodiacal.         

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