En estos tiempos, en los cuales reina en las aulas una educación instrumental, que hasta llega al extremo de la adoración por las competencias técnicas laborales, se hace necesario que quienes trabajamos en el campo educativo nos preguntemos si realmente estamos logrando que nuestros estudiantes adquieran aquellas capacidades y aquellos funcionamientos orientados hacia el bienestar, que son indispensables para alcanzar mejoras significativas en sus vidas. 

El ideal de una educación integral está lejos de cumplirse con las actuales direcciones de la escolarización, lo cual lleva a pensar en la necesidad de impulsar una pedagogía social que, entre otros objetivos, busque el desarrollo de las tareas evolutivas que cada individuo debe cubrir según la etapa de vida en la que se encuentre, y llegue a tener una composición de su tiempo libre en la cual haya actividades lo suficientemente variadas y estructuralmente complejas que le permitan crecer como persona en todos los roles que desempeñe. Estamos hablando de una educación empoderadora.

¿A qué nos referimos al hablar de una educación empoderadora? Nos referimos a que existan educadores que logren que sus alumnos, sus aprendices o sus hijos lleguen a adquirir los conocimientos, las habilidades y los valores, principios y disciplina que les permitan sortear los grandes desafíos de las sociedades de los países neocolonizados como el nuestro.

Estamos hablando de educadores que busquen ir más allá e incluso en contra de las pedagogías limitantes en boga, a la manera de una pedagogía resistencial y emancipadora. 

¿Qué es una pedagogía resistencial? Es una pedagogía que rechaza los lineamientos contraproducentes de las pedagogías restrictivas, y que contrarresta sus efectos promoviendo líneas de aprendizaje más amplias, diversas, profundas y
significativas. 

¿Qué es una pedagogía emancipadora? Es una pedagogía que busca que los aprendices se liberen de ideas y de esquemas de acción limitados para que, de este modo, cambien sus paradigmas y orientaciones hacia la vida y, con ello, reformulen sus proyectos
biográficos.

Una educación empoderadora es una educación que construye personas más fuertes, más inteligentes y más hábiles para conseguir sus metas.

Es una educación que se preocupa por revitalizar la autoestima, por fomentar los sueños de cambio, por incentivar la asociación con otros para alcanzar metas más ambiciosas, por formar mentalidades más críticas, y porque se desarrollen más plenamente las
personalidades.

Una educación empoderadora dota de poder personal a quienes se les ha despojado del mismo, y esto es posible testificarlo con ejemplos como aquellos en los cuales alguien que antes no leía, ahora discurre con mayores horizontes, o alguien apocado por su timidez, ahora brilla liderando a sus pares, o alguien que no sabía cómo obtener ingresos extra, ahora vive una vida financieramente más holgada.

Tales son los beneficios de una educación empoderadora.

Profesor-investigador de
UPN Guanajuato

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