Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas.
Chico  Che

Los rostros son como paisajes, hay bosques, ciudades, rincones ocultos, parajes secos, ríos, mares, cicatrices, desiertos, bosques frondosos, montañas, terrenos baldíos, basureros, esquinas sin salida. Toda una misteriosa cartografía en un aparente y simple rostro. Hemos dejado de observar a detalle, con la potencia de la imaginación, pareciera que este joven siglo XXI, toda da igual, las ideas se han convertido en una botella de coca cola, la memoria histórica manca, inválida, está la extraña postura de que la historia es aburrida, apostillada, es un menester de viejos necios y decrépitos. De pronto, muchos son activistas políticos, feministas, defensores de los indígenas, de las mascotas, cuidadores de la naturaleza, artistas posmodernos. Por supuesto, es importante publicarlo en las redes sociales o en el dichoso Facebook, para que los verdaderos amigos cibernéticos se den cuenta de la bondad en la que estás involucrado radicalmente en busca de una causa noble y loable. Por supuesto, llega el fin de semana y a reventarse con los amigos que antes eran cibernéticos y ahora son de carne y hueso, hablan, parlotean, se la pasan chido, beben tragos y cada quien va al lugar en el que su status económico y clase socio económica les permita. Súbitamente, se abren las cloacas  y los ‘antros’, bares y centros nocturnos se pueblan de jóvenes con peinados exuberantes, ropas de aparador; van en busca de socializar con los de su clase o estado socio económico, casi toda esa parafernalia es tan sintética y liquida que casi todo termina como una broma sin contenido, rebeldía, consistencia, fuerza. Están pasando muchos secesos, y a la vez nada, pero están modificando las formas y maneras de relacionarse con el otro y el mundo. En pleno siglo XXI los jóvenes de casi todos los rincones del planeta tierra tienen una relación más estrecha e íntima con la computadora o su celular, que con las personas, eso está modificando y tiene sus consecuencias y riesgos. La pantalla es un imán, hipnotiza y mantiene más enajenados a billones de sujetos que empiezan a asimilar la realidad histórica y cotidiana mediante el polémico contenido de las redes sociales o la televisión. 
El libro como objeto de experiencias va a continuar su curso, va a seguir habiendo ávidos y mediocres lectores, eso seguirá vigente como un signo de memoria y rebeldía, el libro es la tecnología más avanzada que existe, incluso, me atrevería a decirlo, más potente que una PC o computadora. Imagínense leyendo un libro del Principito mientras degustas un exuberante cono de nieve de chocolate con pistacho, no hay comparación, hay cuestiones que difícilmente cambian, la búsqueda por el sabor, las experiencias genuinas, el conocimiento, la sabiduría, la memoria colectiva e individual van a seguir su misterioso curso.
Y mientras millones de rostros borrosos desfilan por las redes sociales sin ton ni son, me dispongo, con la actitud de un jabalí romántico y salvaje, degustar un cono de nieve de piñón con frutos secos. A su salud compañeros.         

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