“Las academias que se forman a cargo del Estado se instituyen no tanto para cultivar las mentes, cuanto para embridarlas.”
Baruch Spinoza
Escribir es un tomento, una especie de desaparición de un sí mismo que navega solo en altamar buscando una isla para sobrevivir. El oficio de la escritura esta atestado de mediocridad, pornografía barata, egolatría sin fondo, cretinos orgullosos, y de vez en cuando, arriba un navegante pirata o capitán de un barco solitario, emitiendo señales poéticas y trasmitiéndolas con claridad a los otros mediante experiencias, ideas, reflexiones, ocurrencias creativas, chistes y demás mensajes que son menester codificarlos para la mejoría de la especie humana. En el extraño y peculiar caso de la poesía, es una especie de oficio de extra seres que se comunican con esferas que andan navegando por ahí, por aquí, por allá. Por lo regular, su mensaje, juego o riesgo existencial, pasa desapercibido como señales ignoradas.
La escritura debería ir desapareciendo, palideciendo, terminar su viciado curso. Y los escritores, dignamente deberían aprender a hacer pan, deportes acuáticos, agricultura tradicional, huertos, sombras en las camas y las paredes. La cultura oficial nos ahorca, es menester destruir casi todo, quedarnos con los restos, trozos y pedaceros de lo que sigue brillando. Al fin y al cabo algo permanece en ese caos abrumador denominado cultura. Una sensible y tierna mujer danza, le da de comer al infante, se levanta a rezarle a la naturaleza, un hombre cualquiera va a cazar para sostener el sustento del día a día, dialoga con los perros, los mineros, con los pepenadores de la suerte; y cose la ropa de la economía cacera cotidianamente. Y todavía hay Universidades que laboran como maquilas, aprovechándose de la energía de los estudiantes, absorbiendo sus conocimientos y capacidades creativas. La mayoría de la Universidades deberían de desaparecer, están condenadas al total fracaso, porque se han hecho aliados indiscutibles del Capitalismo salvaje, engranaje de esa voraz dinámica de producir, producir y seguir produciendo sin dialogar con el otro, con los otros, con la vida circundante. Pareciera que todas esas formas y maneras tienen su lógica en la no reflexión, en el no cuestionar a las supuestas autoridades académicas-eclesiásticas, no te levantes de la silla sin autorización, no fumes, no tomes alcohol. Escribir es una pesadilla que tiene sus mínimas recompensas, puedes seguir bailando en el caos cotidiano y sonreír observando el bello horizonte del cielo raso, las nubes, los vuelos de los pájaros, el mar, la vida en sus bastas manifestaciones.
2+2=1