Hablar de la cultura Maya es tomar en consideración que se trata de una civilización precolombina mesoamericana, conocida por haber desarrollado un único lenguaje escrito conocido de la América precolombina, así como por su arte, arquitectura y sistemas matemáticos y astronómicos.

Los mayas (o sus predecesores los Olmecas) desarrollaron independientemente el concepto de cero (De hecho, parece que han estado usando el concepto siglos antes de que el Viejo Mundo los conociera), y utilizaron un sistema de numeración de base 20, que dio una exactitud en las mediciones que ellos realizaban.

Produjeron observaciones astronómicas extremadamente precisas, sus diagramas de los movimientos de la Luna y los planetas son iguales o superiores a los de cualquier otra civilización que ha trabajado sin instrumentos ópticos.

En común con las otras civilizaciones mesoamericanas, los mayas midieron la longitud del año solar con un alto grado de precisión, con mucha más precisión que el utilizado en Europa (Calendario Gregoriano).

El sistema calendárico maya, como otros calendarios mesoamericanos, tuvo sus orígenes en el período Preclásico. Sin embargo, fueron los mayas que desarrollaron el calendario a un alto nivel de sofisticación, y lograron registrar con gran precisión los ciclos lunares y solares, los eclipses y los movimientos de los planetas. En algunos casos, los cálculos de los mayas eran más precisos que los cálculos equivalentes en el Viejo Mundo; por ejemplo, el año solar maya se calculó con mayor precisión que los años julianos, éste tuvo que ser modificado por el actual calendario Gregoriano.

El calendario maya estaba intrínsecamente ligado al ritual maya, y era fundamental para las prácticas religiosas mayas. El calendario combinó una cuenta larga no repetitiva con tres ciclos enganchados, cada uno midiendo un periodo progresivamente mayor. Estos fueron el tzolk’in de 260 días, 319 el haab’ de 365 días, y la rueda calendárica de 52 años, la que resultó de la combinación del tzolk’in y haab’.

Los mayas hicieron observaciones meticulosas de los cuerpos celestes, registrando pacientemente datos astronómicos sobre los movimientos del Sol, la Luna, Venus y las estrellas. Esta información se utilizaba para la adivinación, ya que la astronomía maya servía esencialmente a propósitos astrológicos. Los sacerdotes mayas refinaron sus observaciones y registraron los eclipses del Sol y la Luna, los movimientos de Venus y los de las estrellas; éstos se compararon con acontecimientos fechados del pasado, en el supuesto que se producirían hechos similares en el futuro, al prevalecer las mismas condiciones astronómicas. El análisis de los pocos códices restantes del Posclásico, reveló que, en el momento del contacto con los europeos, los mayas habían elaborado tablas de eclipses, calendarios y un conocimiento astronómico que era más preciso que el conocimiento comparable en Europa de esta época.

Los mayas midieron el ciclo de Venus de 584 días con un margen de error de apenas dos horas. Cinco ciclos de Venus se equiparan a ocho ciclos calendáricos de 365 días del calendario haab, y este período fue registrado en los códices. Los mayas también siguieron los movimientos de Júpiter, Marte y Mercurio. La aparición de Venus como estrella de la mañana estaba asociado con el renacimiento de los héroes gemelos.

“Calenda” fue el nombre latino dado por los romanos a un libro de cuentas donde, en el primer día de cada mes, se registraban los impuestos o deudas que se debían pagar. Esta palabra establece la idea de que “El tiempo es dinero”. Una palabra más apropiada para registrar el tiempo sería entonces “sincronario” o simplemente “cuenta”.

El sincronario o calendario Maya corta a la mitad el calendario gregoriano. El 25 de julio, día fuera del tiempo, marca esta división. El calendario es un calibrador de ciclos, biológico y galáctico, que sintoniza todos los sistemas con los patrones del tiempo universal. Es un instrumento para medir el tiempo que programa y ordena la vida. Mide el ciclo galáctico, solar (365), lunar (28 días), semanal (7 días) y diario.

Tiene la función de ordenar la mente y sintonizarnos con los patrones reales del tiempo que marca la naturaleza. Además, es un instrumento para nuestra organización social.

El sincronario Maya está basado en el ciclo de la luna de 28 días. Son 13 lunas perfectas y armónicas de 28 días cada una que resulta en 364 días + 1 día (25 de julio). Este 25 de julio es tomado como el día fuera del tiempo, día de meditación de la paz y sincronía mundial. Entonces, nos da 365 días, que es el ciclo de la tierra alrededor del sol. La luna gira alrededor de la tierra 13 veces en un año. Conectándonos con esta frecuencia natural del tiempo (13:20) que está en cada uno de nosotros, en nuestro cuerpo, recuperamos la sincronía y la armonía perdida y nos integramos como parte de un todo mayor en el universo.

Esta sincronía, de acuerdo a los estudios del Maestro José Argüelles, nos puede llevar a un cambio en nuestra manera de pensar de tal forma que podamos estar más en armonía con la naturaleza y eliminar la preponderancia “del tener” para poner en su lugar “la importancia del ser”.

Qué orgullo pertenecer a estos grupos de personas quienes tuvieron logros probados.

¡Por la construcción de una cultura de Paz!

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