Si para ti o ustedes significa una pérdida de respeto, de intimidad o hasta de convivencia y libertad en su propia casa, marquen límites en la práctica de la vida sexual de sus hijos e hijas fuera de su domicilio y ante el posible reproche de porqué ustedes si las pueden tener, la respuesta es porque son los padres. Si no tienes pareja estable, la regla aplica para ti también, ya que también su espacio, intimidad, respeto estarán comprometidos y se trata de validar su persona, derechos y la casa familiar, más no tú o su autoridad.
Si por el contrario, prefieres que disponga de un espacio seguro y privado para ejercer su vida sexual en pareja y por ello le permites que lleve a su pareja actual a la casa familiar, simplemente reflexiona sobre el cómo suceden las cosas y marca los límites que consideres necesarios, por ejemplo: días u horas en que puede hacerlo, espacios donde permites y no permites que lo haga (como los espacios comunes), acuerdos y respeto en lo que respecta a la convivencia con la o las parejas y la familia, número de parejas diferentes permitidas por mes o año, disposición o no de lo que hay en casa (alimentos, dinero, artículos, artefactos, muebles, etc.).
En general, la decisión está en el tipo de relación que has creado con tus hijas e hijos, en soltería u otras situaciones civiles. Lo que yo les puedo recomendar es que a nivel individual, en pareja y en familia, hagan una reflexión sobre lo que significa la casa familiar, ya que ésta puede ser una zona de alta seguridad donde se sientan cómodos y felices de estar y cuando se expongan a una experiencia desagradable, sea por la vivencia o las consecuencias en la convivencia familiar, esta zona desaparezca y se considere que ya no hay lugar seguro.
Por otro lado, también puede ser una zona de confort, donde se puede obtener lo que se quiere sin responsabilidad ni compromiso, que a final de cuentas puede llegar a bloquear o limitar la adquisición de compromisos futuros como lo es una relación formal de pareja. Así como puede llegar a ser “un territorio sin ley” donde todas las personas que cohabitan hagan lo que deseen o no puedan hacerlo, estableciendo un estilo de vida único y encadenante para algunos o todos los miembros de la familia, resultando en entorpecimiento de las relaciones y las jerarquías que, aunque no gusten en ocasiones, existen y son parte importante de la vida.
Aquí es donde aplica la frase popular “el casado, casa quiere”, ya que tarde o temprano, las personas adultas quieren, requieren, necesitan ejercer su autoridad y tomar decisiones sobre su vida y para ello, necesitan su propio territorio para construir su familia.