“No soy rencoroso, pero jamás olvido el pasado”

Laureano Brizuela.

 

Hablar por toda una generación es un salto al vacío sin paracaídas, sin embargo, hay ciertas características, guiños y situaciones en común que le brindan una particular identidad a cada generación. En mi caso, nací en el año 1981, soy de la generación de los 80s. Experimentamos las calles corriendo, jugando deportes en las avenidas repletas de infantes, parques, patios y terrenos baldíos. Pase mi infancia en la frontera norte con el Paso, Texas, me toco observar la corriente intensa y fuerte del Rio Bravo, hilo de agua dulce que separa Ciudad Juárez, Chihuahua con el Paso, Texas.

En nuestra infancia no teníamos ni una remota idea de los teléfonos celulares, las computadoras, la tecnología de dizque punta, el cara libro o Face Book. La calle era nuestro territorio común, la camaradería, las burlas creativas, risas y juegos de barrio vs barrio en donde se creaban y recreaban grandes rivalidades. La televisión ya estaba ahí, adornando las casas con programaciones televisivas nocivas y uno que otro programa interesante, recreativo y educativo.

La generación de los 90s arribo en plena decadencia cultural, les toco el derrumbe de los 60s, 70s y 80s, ellos llegaron para formar parte de la enajenante tecnología de dizque punta. Los teléfonos celulares, las tarjetas de crédito, la asimilación del mercantilismo y del neo liberalismo, las modas pasajeras, la comida basura, la coca cola, la invasión de espectaculares, la mercadotecnia como herramienta del mentado éxito, el encierro, el arte por el arte, la pornografía, el bisexualismo como tendencia sexual, el arte pop de Andy Warhol como la vanguardia de una expresión artística que cada vez se estaba volviendo más frívola e impersonal, sin aura y en búsqueda del billete y la fama por sobre todas las cosas.

La generación de los 90s tiene una clara dependencia enfermiza con la tecnología, con el Face book, con los teléfonos celulares. No pueden salir sin él, es inconcebible ir de shopping y no llevar su teléfono celular de moda, con todas las aplicaciones que marque la tendencia socio económica del momento. Yo ya estoy hasta el copete de esas taras cibernéticas y tecnológicas, por el momento, no pienso dejar el Cara Libro o Face Book, lo que si les comento con cierta nostalgia, es que a todos o todas los que me han borrado de su Face, los voy a ir olvidando y diluyendo de mi paisaje existencial. Si ustedes se atrevieron a borrarme de su face cibernética, yo los iré borrando cada vez más de mi existencia, aunque en algún caso particular me duela hasta la más medula.

Como dice el dicho, lo que no mata, te hace más fuerte. Y salud compañeros, por el trago de cebada que esta noche y otras noches, iré a buscar, espero, con una buena compañía, y una charla llena de risas e imaginación. Salud por la vida, el ser y estar.    

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