Contrario a mis planteamientos más frecuentes, ahora toco el tema del bullying (palabra inglesa que significa intimidación), porque en la semana me impresionó el caso de un muchachito de nombre José Luis y que de acuerdo al reportaje televisivo que me tocó ver, se quitó la vida a causa de la violencia que ejercían contra él; eso sucedió en el estado de Nuevo León.
Desde luego no es el único caso ni el único lugar en donde suceden cosas parecidas, seguramente estos casos los tenemos muy cerca de nosotros. El acoso escolar es una amenaza que puede afectar a cualquier niño (a).
Desgraciadamente, esta palabra está de moda debido a los múltiples casos de persecución y de agresiones que se están detectando en las escuelas y colegios, y que están llevando a muchos escolares a vivir situaciones verdaderamente aterradoras.
El bullying se refiere a todas las formas de actitudes agresivas, intencionadas y repetidas, que ocurren sin motivación evidente, adoptadas por uno o más estudiantes contra otro u otros. La persona que ejerce el bullying lo hace para imponer su poder sobre el otro, a través de constantes amenazas, insultos, agresiones o vejaciones, y así tenerlo bajo su completo dominio a lo largo de meses e incluso años. La víctima sufre callada en la mayoría de los casos. El maltrato intimidatorio le hace sentir dolor, angustia y miedo, hasta tal punto que, en algunos casos, puede llevarle a consecuencias devastadoras como el suicidio, como fue el caso al que me he referido al inicio de este comentario.
El hostigamiento y el maltrato verbal o físico entre escolares es bullying. Es un acoso sistemático, que se produce reiteradamente en el tiempo, por parte de uno o varios acosadores a una o varias víctimas. “un estudiante se convierte en víctima de acoso escolar cuando está expuesto, de forma reiterada y a lo largo del tiempo, a acciones negativas llevadas a cabo por otro u otros estudiantes”.
Generalmente el o la hostigadora suele ser una persona que ha visto violencia con regularidad, se acostumbra a ella o en su casa sus integrantes se tratan agresivamente y le tratan inadecuadamente.
La carencia de empatía explica su incapacidad para ponerse en el lugar del acosado y ser insensible al sufrimiento de este. Puede ser una patología de tipo narcisista.
Se puede dar el caso de que la ausencia en clase (o, en general, en el centro educativo) de un clima adecuado de convivencia pueda favorecer la aparición del acoso escolar. La responsabilidad al respecto oscila entre la figura de unos profesores que no han recibido una formación específica en cuestiones de intermediación en situaciones escolares conflictiva, y la disminución de su perfil de autoridad dentro de la sociedad actual. Si muchos de los y las maestras se sienten acosados, desde luego que repetirán esas conductas en su entorno.
Entre los datos ofrecidos en el citado reportaje se menciona que 7 de cada 10 estudiantes de secundaria ha sido víctima de acoso escolar y que en escuelas secundarias 60% de las mujeres son las que hacen bullying.
Con mucha frecuencia el niño o niña que acosa a otro compañero (a) suele estar rodeado muy rápidamente de una banda o grupo de acosadores que se suman de manera unánime y gregaria al comportamiento de hostigamiento contra la víctima. Ello es debido a la falta de una autoridad exterior (por ejemplo, un profesor, un familiar, etc.) que imponga límites a este tipo de conductas, proyectando el acosador principal una imagen de líder sobre el resto de sus iguales seguidores.
Se estima que la intervención simultánea sobre factores individuales, familiares y socioculturales, es la única vía posible de prevención del acoso escolar. La prevención se puede realizar en distintos niveles.
Una prevención primaria sería responsabilidad de los padres (apuesta por una educación democrática y no autoritaria), de la sociedad en conjunto y de los medios de comunicación (en forma de autorregulación respecto de determinados contenidos). Este trabajo e urgente en nuestra sociedad y sólo en conjunto lo podremos lograr.
Una prevención secundaria sería las medidas concretas sobre la población de riesgo, esto es, los adolescentes (fundamentalmente, promover un cambio de mentalidad respecto a la necesidad de denuncia de los casos de acoso escolar aunque no sean víctimas de ellos), y sobre la población directamente vinculada a esta, el profesorado (en forma de formación en habilidades adecuadas para la prevención y resolución de conflictos escolares), una formación en cultura de paz.
Una prevención terciaria serían las medidas de ayuda a los protagonistas de los casos de acoso escolar. La ayuda se puede agrupar en información para padres, profesores y estudiantes. Requerimos estar muy alerta sobre este fenómeno, y de verdad trabajar por el cuarto pilar de la educación que es aprender a convivir.
¡Por la construcción de una cultura de Paz!