Una de las situaciones comunes en la humanidad es, la existencia de relaciones extrapareja, lo que sería tener una relación de pareja formal y mantener relación con otra u otras personas a la vez; convencionalmente denominado “tener amantes” o formalmente llamado “tener parejas satélite”.
Como ven, no hablaré de algo nuevo ni desconocido pero si muy temido o muy deseado y con todo y todo, muy practicado. Más el objetivo no es hacer saber que existe, es bien sabido, que por ello muchas personas sufren mientras otras se divierten, que hay muchas maneras de hacerlo sin ser descubiertos como los diversos moteles que ahora hay en las afueras de la ciudad y que son un éxito, por ello cada vez hay más y el negocio sigue creciendo.
El objetivo es hacer una reflexión sobre la violencia que desata ésta situación y el daño colateral que causa en las personas involucradas. Y pues, para iniciar, todo tiene que ver con la educación de género que tenemos hasta la fecha, en ella nos inculcan el amor romántico donde “nos vamos a convertir en el todo de una persona, la pareja”, debido a la explosión de emociones que se tienen y sienten en la etapa del enamoramiento pero pasado éste y se termina de establecer la casa, la relación, se instala la costumbre, deja de haber novedades en la convivencia o hasta falta de ella, llegando el aburrimiento y, con el paso del tiempo, aparece dicha educación dictando lo que “debes de hacer”, lo que prometiste y hasta juraste, aparecen crisis de hartazgo y se empieza a buscar, consciente o inconscientemente algo que te vuelva a hacer “sentir con vida”.
Momento perfecto para que llegue otra persona, sus necesidades se comuniquen y de ahí comiencen una relación extrapareja con cualquier pretexto excepto la aceptación de la realidad “la educación sobre lo que tengo que hacer como pareja y que lo hago… ¡me tiene hasta el gorro!”.
Con estas emociones se llega a establecer la nueva relación y como uno de los elementos en ella es la intimidad o como yo lo digo “tener con quién contar el chisme entero”, se sacan, más bien, vomitan, todas las malas experiencias actuales y como la intención es el establecimiento de esta nueva relación, se hacen comparaciones y se comunican, se expresan… todo esto lleva a la instalación de “la competencia”, a formar “rivales de amor”. Y como en toda competencia, siempre tiene que haber alguien mejor y haber un ganador o ganadora… ¿te suena conocido?
Es entonces cuando la violencia se desata, empiezan los pleitos y disputas por la atención, el amor, la apreciación, el tiempo, los chantajes, manipulaciones y todo tipo de violencia conocida y evidente o no reconocida y pasiva; con esto, cualquiera se siente miserable al sentirse perderor(a), comparada(o) y ataca. Es decir, se engancha en la pelea y entra en el juego.
Entre amantes& (Parte I)
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