Aquí estamos,
como siempre desde hace dos años.
Cada día,
cada semana,
cada mes,
y casi todos los que tengan que venir.
Aquí estamos con los pasos,
las miradas,
las consignas,
y los puños que se haya que esgrimir.
Aquí estamos las decenas o los miles,
los que sean,
que se atreven,
que descubren que el dolor es más grande que sus miedos,
O que el miedo a padecer es más grande que la angustia.
Aquí estamos
en cada tarde 26 que no olvidamos,
aquí estamos para recordarnos al poder desaforado
y la frágil línea entre la prudencia y la impotencia.
Y aquí estaremos siempre en cada día,
semana,
mes,
o año que tengamos que esperar.
Aquí estaremos siempre,
vigilando al tiempo,
enredando pasos,
respirando el deseo y el sueño de vivir con ellos.
Estaremos aquí
en cada manta que se despliega en las paredes,
tendido en las aceras
y sentados en los quicios.
En el viento que lleva el venceremos
o porque vivos se los llevaron.
Y vivos vivirán por siempre en las páginas de nuestra historia.
En los rostros de todos los estudiantes,
normalistas o no,
y en la incapacidad de poder imaginar la atrocidad de un Estado parapetado en la ignominia.
Estaremos siempre,
aquí,
donde nos miran,
aquí,
en estos ojos que recordarán siempre,
aquí,
en las calles,
mirándonos pasar,
aquí,
esperando en la paciencia del que espera,
del que sabe que algún día,
estas calles verán achicarse ante la inusitada multitud
que irremediablemente azotará con un basta la puerta del silencio
y los 43 multiplicados en miles de rostros
habrán de encontrarse en la justicia que construiremos todos.
Aquí estamos,
como siempre desde hace dos años.
Cada día,
cada semana,
cada mes,
y casi todos los que tengan que venir.
Aquí estamos con los pasos,
las miradas,
las consignas,
y los puños que se haya que esgrimir.
Aquí estamos las decenas o los miles,
los que sean,
que se atreven,
que descubren que el dolor es más grande que sus miedos,
O que el miedo a padecer es más grande que la angustia.
Aquí estamos
en cada tarde 26 que no olvidamos,
aquí estamos para recordarnos al poder desaforado
y la frágil línea entre la prudencia y la impotencia.
Y aquí estaremos siempre en cada día,
semana,
mes,
o año que tengamos que esperar.
Aquí estaremos siempre,
vigilando al tiempo,
enredando pasos,
respirando el deseo y el sueño de vivir con ellos.
Estaremos aquí
en cada manta que se despliega en las paredes,
tendido en las aceras
y sentados en los quicios.
En el viento que lleva el venceremos
o porque vivos se los llevaron.
Y vivos vivirán por siempre en las páginas de nuestra historia.
En los rostros de todos los estudiantes,
normalistas o no,
y en la incapacidad de poder imaginar la atrocidad de un Estado parapetado en la ignominia.
Estaremos siempre,
aquí,
donde nos miran,
aquí,
en estos ojos que recordarán siempre,
aquí,
en las calles,
mirándonos pasar,
aquí,
esperando en la paciencia del que espera,
del que sabe que algún día,
estas calles verán achicarse ante la inusitada multitud
que irremediablemente azotará con un basta la puerta del silencio
y los 43 multiplicados en miles de rostros
habrán de encontrarse en la justicia que construiremos todos.