No, no crean ustedes que le he cambiado la fecha al calendario del “Más Antiguo Galván”; para nada, simplemente utilicé esa frase de Francisco de Sales, que se festeja el 24 de enero, por considerarla adecuada para el tema. Es sabido que el 4 de octubre se recuerda y festeja, en general, a los Franciscos pero, ¿sabían ustedes que en el santoral católico hay 18 Franciscos reconocidos como “santos”?

Ciertamente, el más conocido es Francisco de Asís, cuyo aniversario es, como se sabe, el 4 de octubre y es precisamente la esencia de este pasaje de la parte silenciosa de nuestra historia:

El 3 de octubre de 1927, se encontraban reunidos en el Hotel Moctezuma de la ciudad de Cuernavaca, Morelos, México, algunos amigos y simpatizantes políticos del general Francisco R. Serrano, a quien celebraban su onomástico que tendría lugar al día siguiente.

El general Serrano figuraba como candidato a la presidencia de la República, enfrentándose así a su antiguo amigo el general Álvaro Obregón, quien contaba con el apoyo del general Plutarco Elías Calles.

Así, calculando que su empresa política estaba destinada al fracaso, jefaturó una conjura para levantarse en armas antes de llegar las elecciones, lo que lo llevó a Cuernavaca y planear el movimiento acompañado de varios militares y políticos.

Fue descubierto.

Antes de que llegara la tropa para detener a los conjurados, ya el general Antonio Villarreal, que tenía interceptados los mensajes, se había excusado con el grupo y se retiró sin avisar a los demás.

El mensaje estaba dirigido al entonces gobernador del Estado de Morelos, señor Ambrosio Puente, quien le dio instrucciones al Jefe de las Operaciones en Morelos, el general Heliodoro Díaz, indicándole que deberían ser detenidos y trasladados por carretera a la Ciudad de México, D.F., y entregárselos al general. Claudio Fox, quien “ya tenía instrucciones”.

Las instrucciones “oficiales” eran de trasladarlos a la capital de la República pero, las “extraoficiales” dicen que una vez capturados los prisioneros no debían llegar vivos a la Ciudad de México.

Una de tantas versiones dice que los aprehendidos fueron atados de las manos con alambre de luz, por cierto que, ya estando en esas condiciones, el general Fox le rompió la boca con su pistola al general Francisco R. Serrano.

Otro que evitó las consecuencias, fue el licenciado Francisco J. Santamaría de quien hay dos versiones: una, que había salido momentáneamente al gabinete y, estando en el baño, se dio cuenta del asunto y saltó por una ventana a la calle, y la otra versión es que, ya detenido y habiéndole correspondido ser el último en la “cuerda”, en la fila, se fue rezagando poco a poco para, en un momento dado, salirse de la fila, siendo protegido por la curiosa muchedumbre que se arremolinaba en las calles y así pudo escapar.

La gente lo protegió y, cuando él tiró su sombrero, alguno de los curiosos le proporcionó el suyo que era uno de los típicos que se usaban en esa época en Morelos; entró en la primera casa que pudo y le dieron protección.

Otra de las situaciones en que hay discrepancia estriba en el hecho de que la famosa “Matanza de Huitzilac”, Estado de Morelos, no fue ejecutada ahí, sino en la “Cima del Toro”, Estado de México.

Haya sido en uno u otro lugar, estas líneas evocan un recuerdo para Francisco R. Serrano; Rafael Martínez Escobar; Alfonso Capetillo Gómez; Ernesto Noriega Méndez; Enrique Monteverde; Miguel A. Peralta; Daniel A. Peralta; Augusto Peña; Antonio Jáuregui; Octavio Almada; Otilio González; José Villa Arce; Carlos A. Vidal y Carlos B. Ariza.

“Si os halláis precisado a oponeros al dictamen de otro, hacedlo.”

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