Alrededor de 800 millones de hombres, mujeres y niños se van a la cama todas las noches con hambre. El hambre no sólo reduce la vida y la esperanza de las personas, sino que lesiona la paz y la prosperidad de los países. Es urgente actuar en diversos frentes no sólo para proporcionar alimentos a los que pasan hambre, sino para eliminar aceleradamente las causas de fondo del hambre en todo el mundo, en forma sostenible y permanente.
Un primer paso fundamental para crear un mundo sin hambre consiste en sensibilizar a la población de los problemas del hambre y la inseguridad alimentaria. La celebración del Día Mundial de la Alimentación en unos 150 países del orbe tiene como propósito crear conciencia y difundir información del hambre en el mundo, la desnutrición y la pobreza.
Recuerdo que el libro de psicología social de Wittaker empieza por señalar que el que siga existiendo hambre en el mundo no es algo que ninguna divinidad así lo haya decretado, aunque es real que somos muchos los habitantes del mundo, también lo es que, con la tecnología que tenemos actualmente, se puede producir comida para todas las personas, sin embargo, el que haya personas sin alimentos, es el resultado de actitudes de las personas de este tiempo, resultado de la injusticia social.
Las personas más pobres del mundo -muchas de las cuales son agricultores, pescadores y pastores- son las más afectadas por el cambio climático. Si fortalecemos la resiliencia de los pequeños campesinos, podemos garantizar la seguridad alimentaria para la creciente población del planeta y a la vez reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los objetivos globales solo se pueden cumplir si el centro de interés es local y si se adopta un enfoque ascendente en la ejecución: “Los Objetivos de Desarrollo Sustentable solo serán una realidad cuando los países y las comunidades trabajen juntos, y se conviertan así en una única gran ciudad. Los entornos locales son fundamentales para el éxito de los ODS. Es importante que los objetivos globales se desarrollen en las ciudades, regiones y territorios”.
Si se hace bien, la agricultura, la silvicultura y las piscifactorías pueden suministrarnos comida nutritiva para todos y generar ingresos decentes, mientras se apoya el desarrollo de las gentes del campo y la protección del medio ambiente.
Pero ahora mismo, nuestros suelos, agua, océanos, bosques y nuestra biodiversidad están siendo rápidamente degradados. El cambio climático está poniendo mayor presión sobre los recursos de los que dependemos y aumentan los riesgos asociados a desastres tales como sequías e inundaciones. Muchas campesinas y campesinos ya no pueden ganarse la vida en sus tierras, lo que les obliga a emigrar a las ciudades en busca de oportunidades.
Necesitamos una profunda reforma del sistema mundial de agricultura y alimentación si queremos nutrir a los 925 millones de hambrientos que existen actualmente y los dos mil millones adicionales de personas que vivirán en el año 2050.
El sector alimentario y el sector agrícola ofrecen soluciones claves para el desarrollo y son vitales para la eliminación del hambre y la pobreza.
La sobrealimentación y la malnutrición relacionadas con el sobrepeso no solo atañen a los países desarrollados. Hoy en día, numerosos países en desarrollo se enfrentan al problema de subalimentación y de sobrepeso como es el caso de nuestro país, por lo que requerimos más acciones en la educación para producción y consumo adecuado de alimentos.
El despilfarro de alimentos, además de la injusticia social que representa, genera importantes daños medioambientales. Esperamos que aprovechando el día mundial de la alimentación seamos agentes más conscientes del cuidado al medio ambiente y a la dignidad de las personas y así soñar con un mundo de cero hambre, hasta que lo logremos.
¡Por la construcción de una cultura de paz!