En las últimas elecciones federales y estatales realizadas en nuestro País se ha dicho que uno de los defectos fundamentales de las campañas que los candidatos hacen para promover su figura es la ausencia de verdaderos debates, pues los que se realizan no son en realidad tales, sino meras caricaturas de los que se hacen en otros países, como en los Estados Unidos y por supuesto en otros países democráticos como es el caso de España, por mencionar a ese país de habla española. Se ha venido diciendo, con razón, que los pretendidos debates en la política mexicana tienen como contenido casi absoluto la descalificación del adversario o adversarios en cuanto a la falta de honradez y dejando caer rumores, mentiras y otros aspectos de falsedad que nunca llegan a comprobarse, aun cuando por supuesto quienes hacen las afirmaciones dicen que de llegar al puesto pretendido, harán todo lo posible para que sus contrincantes sean llevados a la cárcel si eso es lo correcto o cuando menos probarán la falta de moralidad en la actuación política y por qué no en la particular.

Pero ahora después de haber visto por la televisión las partes más trascendentes de los debates sostenidos por Donald Trump como candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Republicano y por Hillary Clinton como candidata por el Partido Demócrata, difícilmente se puede seguir sosteniendo que el formato de los debates y el contenido de los mismos sea el ejemplo a seguir.

En efecto, de todo lo transmitido por los medios, fundamentalmente la televisión, en los dos debates ya realizados la tónica ha sido precisamente la de la descalificación, la mentira y el miedo. Así, Donald Trump reitera lo que ha venido sosteniendo en cuanto al peligro de los inmigrantes mexicanos, pues su afirmación se traduce en que México manda hacia su país criminales y narcotraficantes. También se refiere al peligro de la inmigración de los países del Medio Oriente a los que tilda básicamente de terroristas. A la señora Clinton le señala falta de honradez por haber mandado correspondencia oficial por medio de un servidor particular y hace referencia a la figura del ex presidente Clinton por aquel asunto sexual cuando estaba en la Presidencia, y la quiere hacer ver como tolerante a esa situación. Por su parte la candidata republicana aprovecha lo que la prensa descubre y da a la publicidad de la conducta sexual de su contrincante para presentarlo como un sujeto inmoral; pero, además, hace referencia a toda una serie de mentiras que la prensa ha destacado como vertidas por éste.

De los puntos importantes que se mencionaron de refilón podríamos decir, que de aspectos económicos, la inmigración, la revisión del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá, la posible firma de un tratado comercial con la Unión Europea y la creación de empleos a mayor velocidad, prácticamente nada se tocó. Ciertamente se mencionaron, pero sólo eso. Nada se mencionó de estrategias para esos puntos, que pudieran superar los inconvenientes que al respecto cada uno de ellos dijeron.

En fin, en los dos debates, independientemente de quién los haya ganado, ningún candidato estuvo a la altura de lo que se esperaba siguiendo la tradición de ese tipo de actos según el criterio casi unánime de los analistas políticos. Algunos señalan que es porque ninguno de los contendientes tiene la altura suficiente en cuanto a conocimientos y que fallaron en la preparación de los temas. Otros se orientan por aseverar algo que es más grave; esto es, que gran parte de los votantes de los Estados Unidos se dejó llevar por los infundios, mentiras y fobias de Donald Trump, mostrando que en aquel país lo que se suponía superado está todavía presente, la segregación racial y la ignorancia, agregándose la pérdida de valores morales y el resurgimiento de la idea de la superioridad basada en el mito del pueblo escogido.

Difícil es saber cuál es la realidad, pero el hecho es que así ha sucedido con esos debates. Es de esperarse que en el último que pronto se realizará las cosas tomen un mejor nivel, aunque eso es difícil porque el candidato republicano seguramente no cambiará en sus ataques y esto obligará a la demócrata a responder en el mismo terreno, dejando a un lado lo que realmente debiera interesarle saber al pueblo norteamericano.

Usted, estimado lector, se preguntará por qué hago esta breve reflexión acerca de algo que no está sucediendo en nuestro país. La respuesta es que sea cual fuere el triunfador en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, espero, como creo lo hace todo México, que lo sea la señora Clinton, los sentimientos de gran parte del pueblo americano, que no las reflexiones profundas, así como las promesas de campaña tendrán gran importancia en la elección y en las futuras relaciones de México con aquel país.

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