El tema de la educación de y para los padres es un asunto que no ha sido lo suficientemente valorado, ni impulsado en estos tiempos en los cuales la economía política neoliberal socava y desgarra el tejido social y familiar.
La complejidad y la enorme cantidad de aprendizajes que supone dicha educación, hace imprescindible que se muestre una cartografía ilustrativa, un inventario indicativo de lo que sería conveniente que todos los padres tuvieran como parte de su repertorio de habilidades parentales.
Estamos hablando de los qués y de los cómos. En principio, están los grandes temas como el apoyo afectivo, la disciplina y los límites, la formación del carácter, la vinculación emocional, la comunicación efectiva, la negociación y las metas de vida.
Después, están los temas particulares, una nómina más profusa en la cual encontramos una gran variedad temática que incluye, por lo menos, los siguientes contenidos: inculcar responsabilidad, autocontrol, respeto, cortesía, tolerancia, compasión, optimismo y gratitud; cómo lograr cooperación, cómo negociar, cómo ofrecer alternativas, cómo fomentar la seguridad emocional y la autoestima, la pasión por aprender, la toma de decisiones racional, la imaginación y la creatividad, la apreciación del arte y la naturaleza, el interés por la lectura y la cultura; cómo resolver los problemas de una habitación desordenada, de cooperación con los quehaceres domésticos y con las tareas escolares, de bañarse, de comer lo debido en tiempo y forma; enseñar a manejar los sentimientos (especialmente el enojo); cómo enfrentar las pérdidas y las muertes, etc.
Este panorama tan amplio y tan surtido, permite entender la gran cantidad de materias que un padre debiera aprender para criar y educar a sus hijos de la mejor manera. Sin embargo, a la importancia social de la educación de los padres no le ha correspondido su institucionalización en las escuelas, pues muy pocas tienen los necesarios proyectos de educación parental, diseñados a la medida de los intereses de los padres de cada escuela.
Es por ello que es necesario concientizar tanto a las autoridades educativas, a los directivos y dueños de las escuelas, a los maestros y a los propios padres de familia, sobre la urgencia de diseñar y operar, si no proyectos, por lo menos acciones consistentes que posibiliten la regeneración y el reforzamiento del tejido familiar y del tejido escolar. Son innumerables, y muchos de ellos inmediatos, los beneficios de poner en marcha eventos en los cuales se reúna a padres para que se difundan conocimientos de expertos y se socialicen los propios conocimientos y buenas prácticas experiencialmente probadas de ellos mismos.
Basta con iniciar con un buen paso, para echar a andar los esfuerzos individuales, familiares y escolares, y los compromisos de corresponsabilidad de los actores educativos, para desencadenar círculos virtuosos sinérgicos que lleven la educación para padres, y la educación de los alumnos, a los siguientes niveles de compromiso. Sólo se necesita esa chispa seminal, que puede ser una buena conferencia o un taller, para que se encienda la fogata de la educación y la autoeducación de los padres.
Educación para padres
Lo que importa