Elena Margarita Parada Arton
¿A qué sabe la nostalgia? ¿Cómo luce? ¿Se puede tocar acaso? ¿Qué colores tiene?
Me sabía la boca a palabras no dichas, remordimiento quizá; amargo, salado; tantas frases, conversaciones que dejé pasar. Muchos “te quiero” “te amo” “te extraño” “me gustas” “te necesito” quedaron archivados en mi memoria. El tiempo pasó y permanecieron acumulando polvo, recuerdos, como revistas viejas, con cambios físicos y emocionales. Ese archivero crecía constantemente. También había dicho palabras fuertes y soeces hiriendo a quienes las escuchaban. ¡Cómo quisiera poderlas cambiar! El sabor se iba intensificando; ácido, nauseabundo, una bilis asquerosa. Corro a buscar un dulce, lo mastico impaciente, pero el sabor está en mi memoria. ¡¿Cómo puedo darle dulzura a mis recuerdos!? Es azul turquesa con toques de melancolía, teñido de negro. Me ciega, quiero volver a ver. Camino lentamente y un destello aparece; la cinta corre rápidamente y un sinfín de imágenes pasa sin que pueda detenerlas y detallarlas. Gente que murió, que sé, ya no podré tocar más que en sueños. Amigos que partieron y al regresar su cambio era notable. Juguetes perdidos entre los vacíos. Ropa, zapatos, peinados y accesorios sencillos, todo inocente, sin apariencias; naturalidad, felicidad, juegos y sueños. Al dar un paso más, me corto con los vidrios de la desesperanza. Ahí tirados están algunos sueños, no puedo dejar de llorar. Falta familia. Faltan maestros, amigos y experiencias. Quiero entrar a la película de mis recuerdos, deseo vivirla una vez más. ¡Necesito abrazar a esa chiquilla feliz! ¡Quiero de nuevo sus risas, alegrías y tardes de juegos! Besos de buenas noches. Amigos inseparables. Noches de estrellas. Lecciones de vida. Una bicicleta nueva. Una navidad completa.
Veo de nuevo mis recitales, las misas, bailes, juegos, clases y convivios. ¡He crecido tanto! ¿Cuántas veces temblé de miedo? ¿Cuántas veces quise agradar a los demás dejando mi esencia de lado? ¡Tanto tiempo perdido! Miro el calendario y acaricio el 10 de octubre. Han pasado dos semanas y esta nostalgia se enraíza en mi corazón. Se encuentra pesado e inquieto. Tantos cambios; responsabilidades nuevas, retos y miedo. Esta semana viví una experiencia para meditar, abrí los ojos. Me di cuenta de lo pequeños e indefensos que somos. Nuestra existencia, es un milagro, es belleza pura; no venimos aquí por casualidad, pero, llegada la hora debemos partir sin nada, sólo el amor que se impregno en tu alma.
Nos venden una existencia limitada, llena de productos para ser felices, cosas que en si no necesitamos. Cremas para las líneas de expresión, reducción de la grasa corporal, refresco para sonreír y ser feliz, perfumes para atraer al indicado, cirugías plásticas para agrandar; senos, labios, pómulos, etc. Estamos hechos de maneras diferentes, una gran gama de colores, tamaños, formas y experiencias, cada uno hermoso a su forma <<no es necesario dejar que nos manipulen y quieran hacer en el mismo molde>> todos iguales, con la misma ropa, peinados, zapatos y maquillaje. Todos intentando esconder el dolor y el vacío que existe dentro de nosotros.
Nos han encarcelado. La nostalgia me invade, extraño la sencillez y calidez de las personas, las cartas, los juegos en las calles, las familias reunidas, la bondad. La humanidad cada vez se vuele fría, distante, las personas no buscan el amor, sólo intereses propios. Existen ángeles por ahí, caminan dando luz a los que viven en tinieblas, pero la humanidad los corrompen.
La nostalgia es gris, se puede palpar en fotografías, en los asientos vacíos, en las cartas guardadas en cajas de madera. Huele a menta, chocolate, loción, suavitel, comida casera, lluvia, tierra mojada, a juguete nuevo, a vino, comidas familiares, a felicidad. Sabe a besos, a chocolate caliente una navidad, a chicles motita de plátano, a palomitas en tu primera película y a extrañar. Se puede sentir en el viento gélido, en la lluvia que empapa tu cabello enmarañado, en las caricias dadas, los besos ardiendo en tu piel. La nostalgia es un dolor fantasma; está ahí, lo puedes sentir, pero muchas veces, por aquello que te nace ese sentimiento ya no está. Vivir la vida bien es la única medicina, vivirla feliz. Así la nostalgia será un breve momento, con toques de luz.