Ante el desgaste de los partidos políticos frente a la ciudadanía, su creciente falta de credibilidad, la corrupción que impera en todos ellos, su visibilidad como partidocracia y clase política al servicio en general de las políticas internacionales, surge y acrecienta una figura política que intenta distanciarse de los partidos y se ofrece como opción viable para las elecciones del 2018, son los llamados “candidatos independientes”.
De acuerdo a la ley electoral, el candidato independiente es “El ciudadano que obtenga por parte de la autoridad electoral el acuerdo de registro, habiendo cumplido los requisitos que para tal efecto establece la presente Ley”. Aunque la ley no lo dice, se entiende que ése registro debe ser al margen de los partidos políticos registrados en el INE, por tanto el concepto de “candidato independiente” que se deduce, es una independencia de los partidos con registro. Para efectos de la ley eso puede ser suficiente, sin embargo para entender algunos recovecos de la clase política no parecen ser suficientes. La razón y el ejemplo lo tenemos con el actual gobernador de Tamaulipas conocido como “El Bronco”, que siendo independiente gana la gubernatura, pero ejecuta un oficio político como gobernador, que en nada lo hace diferente a la mayoría de los que gobiernan México. Así que, ¿Qué razón hay de su “independencia” si se conducen políticamente como los demás?
De modo que una independencia lisa y llana, hemos de buscarla por otros rumbos. Si usamos como criterio el hecho de que nunca haya ocupado un cargo público podemos hablar de una especie de independencia del Estado, pero muchos candidatos que se llaman independientes que nunca han ocupado un cargo público, al ser parte del aparato gubernamental, se conducen políticamente, semejante a los demás, así que, ¿Qué caso tiene que nunca haya ocupado un cargo público, si al ser Gobierno, hacen más o menos lo mismo que los demás?
Podemos usar como referente de “independencia” el hecho de que el “candidato independiente”, exprese de algún modo algún programa político que ofrezca a la ciudadanía como oferta política. Esta oferta política puede presentarse como diferente al programa del resto de los partidos, pero sobre esto, existen algunos consideraciones como las siguientes: a) muchas “nuevas propuestas” en realidad no son más que lo mismo con otras palabras; b) muchas “nuevas propuestas” no son más que discurso que rara vez se traduce en hechos y planes de Gobierno, aunque nunca falta quien dice que ahora sí, ahora si se hace; c) muchas “nuevas propuestas” no se salen del rango actual de la política general de los últimos 30 años, que es la que sumido a México en una crisis recurrente económica y pone en duda el sistema de partidos actual.
Pero la idea de una independencia de programa político puede ser útil para identificar a una especie de “independencia” que marque diferencia, un programa que se aleje de la retórica oficial, de las palabras y lugares comunes, y plantee de frente los problemas apremiantes de México. En este sentido más allá, de los discursos comunes, los ciudadanos de a pie, para identificar a un candidato realmente independiente podríamos empezar por preguntarles cuáles son sus posiciones respecto a por lo menos los siguientes asuntos del México nuestro actual:
1) Posición respecto a las reformas estructurales.
2) Posición respecto al hacer político de la clase política.
3) Posición respecto al origen y solución de la pobreza y la seguridad ciudadana.
4) Posición respecto a la vigencia de la Constitución Política de México.
Si resulta que esos que se llaman “independientes” opinan que las reformas estructurales son la vía para modernizar al País, que la clase política en general es corrupta pero con elección de ciudadanos honrados se mejora la situación, que el origen y solución de la pobreza y la inseguridad es la educación y el reparto dosificado de minucias alimenticias en tiempos electorales , y que la constitución Política de México es muy actual y sólo se necesitan ciudadanos que se conviertan en políticos honestos para hacerla realidad, entonces, estimados conciudadanos, ¿en dónde radicarían sus autoproclamadas “independencias”, si opinan lo mismo que los actuales gobernantes?
De modo que un criterio pertinente para distinguir a los “independientes” podría ser su posición pública de rechazo a las reformas estructurales puesto que son en realidad los instrumentos que tienen a México como está; que la pobreza y la inseguridad son problemas estructurales inherente a las relaciones de producción, distribución y consumo de los bienes producidos y no se resuelve con más educación; que el hacer político corrupto de la clase política no se resuelve con ciudadanos honestos puesto que la corrupción es un problema igualmente estructural y no cultural; y que la Constitución Política amerita una seria revisión y la construcción de una nueva Carta Magna acorde a los tiempos actuales y por venir.