Podría hablarles del amor como utopía, algo inexistente. Un amor consumista manejado por mercadologos que necesitan de ideas maravillosas para amarrar gente; aquel amor sexualmente manejado desde las tinieblas por compañías de condones, hormonas, perfumes, y tiendas de sadomasoquismo, una sexualidad descontrolada que se utiliza para llenar un vacío existencial y emocional, una necesidad que inicia desde temprana edad. Aquel amor vendido para satisfacer la soledad del alma, demonios que prometen felicidad eterna pero sólo cavan hoyos profundos dentro del humano carcomiéndolo sin alegría, un gusto momentáneo. Un 14 de febrero donde los supermercados te presionan, incomodan y abruman con los regalos para una pareja; una sociedad donde si no te casas debes mentir para aplacar la desesperación de tus padres. El amor absurdo donde todo es peleas, desgastante. Un amor desperfecto que se ha ido deteriorando. Ese manoseado y utópico, perfecto e inalcanzable que solo se puede contemplar en Hollywood. Ese triste amor nostálgico. El humano se ha ido trasformando en máquina, se fusionan con la tecnología, es frío e indiferente a los sentimientos, se hunde en el vicio, teme a la soledad, teme ser lastimado, le atemoriza entregarse completamente a una persona, piensa que estará atado, perdiendo la “poca libertad que tiene”, utiliza a los hombres o a las mujeres para experimentar, intentar no estar solo por decisión propia, busca con que saciar los vacíos existencialistas, lastima a las personas por que no sacian expectativas; el humano está perdiendo la ilusión de amar.
O podría platicarles del amor antiguo, de ese hermoso jurado ante un altar, ese de toda la vida, que si se rompía se arreglaba, con promesas ciertas y acciones cimentadas en la verdad. Esa droga paradójica, que podía elevarlos hasta el cielo o hacer que se perdieran en la profundidad del alma enamorada.
Esa pasión que aceleraba el corazón de ambos. Esos besos antes de las despedidas; los juramentos de las mujeres antes de la guerra. Época de oro, lleno de besos, abrazos apasionados, espera profunda y entrega sincera, donde las películas censuraban el sexo para que cada uno aprendiera con amor, espera y sinceridad. ¡Puedo sonar utópica, lo sé! Pero ¿A dónde ha llegado el amor? ¿Dónde quedó la fidelidad? ¡¿Dónde quedó el “PARA TODA LA VIDA”?! Los cuentos llenos de enseñanzas. Las anécdotas de los abuelos. Los años de oro, de plata. El envejecer juntos; existen casos donde prevalece el amor, sigue existiendo la ilusión de una familia, permanecer juntos pese a las dificultades. Puedo ver el amor en los ojos brillantes de mis padres, aún después de 31 de casados, en sus metas alcanzadas, en la compañía, sintonía y conexiones de sus almas.
Puedo hablarles de mujeres que esperan un amor verdadero, de hombres que han sufrido, llorado, que se decepcionaron ante falsas promesas. Puedo hablarles de aquel amor de verdad, donde se luchaba por conquistar los corazones; el complemento, la compañía, la sinceridad, la pureza, el perdón, la enseñanza, confianza, consuelo, de dar la vida, el no pretender nada, sino actuar con esperanza, aquel que todo daba, actuaba, ese amor llamado a ser luz, que llenaba de paz ¿Dónde quedó el romanticismo? ¿Dónde quedó la gente valiente que quiere amar? ¿Habrá guerreros entregados al amor, esos que desean luchar con sinceridad por un futuro mejor? ¿Todavía hay esperanza en los corazones humanos para poder obsequiar un amor puro sin tortura? ¿Aún hay lealtad? O ¿estamos permitiendo que el SEXO CASUAL, SEXO BARATO suplan el amor verdadero?