El pasado miércoles, 7 de los corrientes, yo estaba en la ciudad guanajuatense de Salvatierra. Guanajuato tiene numerosas ciudades de considerable tamaño muy próximas unas a otras, y así es como Salvatierra tiene por vecinas a ciudades importantes en varias direcciones, a no más de 40 kilómetros, como Celaya, Yuriria y Acámbaro. Salvatierra suele ser para los hermanos Mac-Swiney Salgado un punto de reunión de dos o tres veces por año. Las fechas son también aprovechables para nutrirme musicalmente en los archivos de un gran coleccionista salvaterrense llamado Mario Carreño Godínez. Después de haber pasado dos días y medio en la ciudad de México para participar el lunes 5 en la reunión mensual de la Delegación Metropolitana de Los Amigos de la Trova Yucateca (reuniones que coordina desde hace 25 años mi amigo de toda la vida Raúl Esquivel Díaz y que se hacen en el teatro “María Teresa Montoya “del Gobierno de la Ciudad de México), aproveché  para estar presente en la ceremonia con la que ese mismo lunes 5 se recordó al gran cantante mexicano Jorge Negrete (nacido en la capital de Guanajuato) en el aniversario número 63 de su muerte. Raúl Esquivel y yo tenemos la suerte de ser amigos de Diana Negrete, la única hija que tuvo el charro inmortal, y de ser invitados por ella a estos homenajes.  

Pero bueno, al estar a hora muy temprana en Salvatierra, es imprescindible que en el desayuno esté presente un regalo comestible salvaterrense muy afamado que se conoce como “largas”, y que son unas tortillas de considerable tamaño que pasan del comal a las manos de uno ya sea solo como tortilla o como quesadilla, y luego uno la adereza con uno o varios guisados de lo más variados (uno puede poner cuanto quiera de unos diez guisos, sin que varié el costo). En Salvatierra hay varios lugares donde se preparan y se venden esas famosas largas. 

Luego, poquito avanzado el día, nos reunimos los hermanos. Acordamos que pasaríamos el día juntos haciendo un viaje acompañados de la nostalgia en Acámbaro, nuestra ciudad natal. Saliendo de Salvatierra, mi hermano, propuso que hiciéramos una rápida visita a una hacienda recién restaurada de Santo Tomás Huatzindeo, que está a unos 8 kilómetros a un lado de la carretera que une a Salvatierra con Yuriria. Y vaya sorpresa que me llevé, por la belleza del lugar. Lo avanzado de la restauración y la definición del proyecto cultural-social incrustado en un ambiente de carácter ejidal me encantó. Apenas llegamos y en cuanto me identifiqué como periodista, de inmediato nos recibió la directora del proyecto, la Lic. Celeste Gómez Fragoso, quien nos dio amplia información sobre el pasado y el presente de la hacienda (en años pasados ahí estaba ubicada la escuela de música para los ejecutantes de bandas de viento de todo Guanajuato). En un recorrido de ensueño por los espacios restaurados, de pronto tenía frente a mis ojos una escultura de gran tamaño del pintor y escultor José Luis Cuevas Novelo (yucateco por parte de madre) conocida como:”La Giganta”. No daba crédito a mis ojos, y al preguntar del porqué de la presencia de esa escultura en ese lugar, la Lic. Celeste Gómez Fragoso nos, me comentó: “Ahora vamos a ver otras obras escultóricas

de José Luis Cuevas, uno de los artistas plásticos mexicanos más importantes de los últimos tiempos”.  Se mostró contenta de saber que José Luis es hijo de madre yucateca, y de que yo vivo desde hace 50 años en esa hermosa tierra. En una próxima colaboración quiero centrarme más en este sorpresivo encuentro en tierras guanajuatenses con José Luis Cuevas.  Con él, tuve amistad hace bastantes años atrás. El paseo el resto del día a Acámbaro fue muy emotivo, fraternal y lleno de añoranzas. Resulta muy cierto aquello que decía el gran locutor yucateco Eduardo Herrera Sosa: “Recordar es volver a vivir”. 

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