Una de las grandes ventajas de ser un escritor es que siempre hay esa alternativa de seguir viviendo en las letras escritas cuando son leídas aún después de muertos en lugares distintos, en otros continentes, tal vez en otros idiomas en tiempos presentes y futuros.
René Avilés Fabila fue escritor, periodista, destacado columnista y maestro. Impartió clases en la UNAM durante 50 años y 35 en la Universidad Autónoma Metropolitana, pero siempre estaba dando cátedra: en cada charla, en las conferencias, en las presentaciones de libros o en las redes sociales en las que participaba activamente. Fue un enorme defensor de la cultura en México, su lucha lo llevó muchas veces a tener conflictos con las autoridades, quizá por esto no se le dio el apoyo e importancia debida al que fue uno de sus sueños no alcanzados: El Museo del Escritor. Después de tocar muchas puertas consiguió un espacio digno para poder exhibir y compartir su colección de libros en primera edición, muchos de ellos autografiados, así como objetos personales de grandes personalidades de la literatura que deseaba poner al alcance de todas las personas, pero que finalmente y con gran dolor debió guardar nuevamente cuando lo obligaron a cerrar para que el gobierno pudiera disponer del edificio con otros fines.
Siempre preocupado y ocupado en la formación de nuevos valores, durante muchos años becó a jóvenes talentosos a través de su Fundación RAF por medio de la cual también favorecía las ediciones de escritores sin apoyos. Gracias a él disfrutamos de la revista “El Búho” que siempre estuvo abierta a recibir colaboraciones de todos los escritores que se animaran a enviar un cuento o un poema sin que por ello la revista perdiera la calidad de sus textos periodísticos, de ensayo y obras literarias. Necesitaríamos mucho espacio para poder enumerar sus logros, desglosar su trayectoria, repasar sus premios y nombrar sus libros.
Era una característica inherente a él su ingenio mordaz, su carácter jocoso y a la vez analítico, su inconformidad por lo injusto del sistema y su gratitud siempre presente en cada una de sus palabras orales o escritas por aquellos que lo formaron como escritor: el maestro Arreola o Juan Rulfo, así como a sus compañeros de letras a quienes les dedicó más de un artículo en sus columnas periodísticas. Admirador también de la obra y la genialidad de Óscar Wilde, era René Avilés un escritor humano, ingenioso y cálido del que se podían aprender tantas cosas. Murió sorpresivamente el 9 de octubre del 2016 sin que se mencionara demasiado en los medios masivos de comunicación su irreparable pérdida. Su columna en el periódico se siguió publicando aún después de su muerte, señal de que murió sin dejar de hacer lo que tanto amaba: escribir.
Se fue sin haber tenido hijos, pero dejando en este mundo sus libros y sus letras en representación para que sigan marcando sus huellas y hablando por él.
El 17 de este mes, la Lotería Nacional le brinda un merecido homenaje en su edificio situado en Reforma, en la Ciudad de México a las 19:00 horas. En el homenaje habrá una intervención de la escritora y periodista Cristina Pacheco y del poeta, filósofo y conferencista Óscar de la Borbolla. Después del sorteo, se realizará un brindis de honor, sin embargo, ya desde ahora podemos adquirir cachitos de lotería a 25 pesos con la fotografía de René Avilés Fabila y un microcuento de su autoría al reverso del billete.
Las personas mueren solamente cuando son olvidadas, pero cuando han dejado tanto a su paso como este escritor se aplica aquello de que el cuerpo dejó de existir pero su espíritu, sus obras y su corazón continúan encontrándose con nosotros en los pasillos repletos de letras de las páginas de libros, las revistas y los periódicos. Por eso, aunque ya no está, el búho sigue cantando.
Aunque ya no está, el búho sigue cantando
Las mil y una letras